Busca en el blog :)

  • Twitter
  • Facebook
  • Google+
  • RSS Feed

domingo, 30 de octubre de 2011


Capitulo Cuatro
Decisión
Bella POV
El viento pegaba contra mi rostro, despeinando mi cabello, ondeándolo hacia todos lados. Sentí los primeros rayos del sol chocar contra mi dura y fría piel de vampsolt. Cerré mis ojos disfrutando de la sensación cálida que dejaba sobre mi rostro. A pesar de que no cambiara en nada su temperatura, al menos se sentía relajante.
-¿Bella? –me llamó Kim desde debajo de la roca en donde me encontraba sentada.
-Aquí estoy, -contesté casi en un susurro desde mi posición que ella pudo escuchar a la perfección.
Kimberly suspiró al verme y subió con agilidad, y en un parpadeo, la tenía sentada a mi lado. Su mirada era triste, y me observaba con preocupación.
-Estoy bien –dije quitando mi mirada de sus ojos y llevándola hacia el horizonte, por donde el sol se asomaba con lentitud.
-¿Por qué no te creo? –me encogí de hombros con desgana.
¿De verdad importaba como me sentía? Pero la gran pregunta que me hacía a mí misma era: ¿Qué era lo que sentía?
¿Me sentía triste? Sí. El hecho de no haber ido durante tres semanas, casi ya un mes, al Instituto y estar alejada la mayor parte del día de mis amigos me entristecía.
¿Me sentía enojada? SI. El solo hecho de no ir al Instituto por ÉL, me enfurecía hasta los huesos. ¿Quién se creía ese ser para prohibirme o impedirme hacer algo? En mis cinco décadas de antigüedad, nunca existió nada ni nadie que pudiera impedirme hacer algo, o siquiera poseer algo. Y ahora, de la nada, aparecía esa criatura enviada de mi mismísimo infierno, dispuesta a torturarme hasta la locura con la tentación. ¡¿Quién demonios se creía que era?!
¿Me sentía confundida? ¡Claro que sí! Aun no entendía porque aquel día, hace tres semanas atrás, cuando me giré a él, lo miré de otra forma, lo quise de otra forma. Yo nunca, en mis cincuenta años que tenía como vampsolt, e incluso antes como humana, sentí algo aparte de amistad por alguien. Nunca creí que fuera digna de otro amor que no sea ese, nunca supe lo que significaba ser amada de esa forma tan especial como en la que George amaba a Kimberly, y viceversa.
-¿Estás bien? –me preguntó Kim sacándome de mis pensamientos. Asentí volviendo a la realidad- ¿Qué harás hoy? –preguntó mirando en mi misma dirección, o sea, al horizonte.
“Gran pregunta…” pensé para mí misma. ¿Qué era lo que haría? ¿Me seguiría escondiendo como lo venía haciendo hacía semanas? ¿O me animaría a dar la cara? Aún podía ver mi rostro de monstruo hambriento reflejado en esos preocupados ojos dorados. Era…repugnante.
-No lo sé, -contesté alejando mi mirada del resplandeciente sol y dirigiéndola a mis pies, que se balanceaban de atrás hacia adelante en el aire.
-No puedes seguirte escondiendo –podía sentir su fija mirada en mí- ¿Dónde quedó mi Bella fuerte? ¿La que no le tiene miedo a nada? –levanté mi mirada incrédula y la clave en sus ojos.
-Yo no tengo miedo de volver, solo…estoy…confundida…–dije mientras volvía mi mirada a mis pies.
-Admítelo, también tienes miedo –dijo en tono divertido.
-No tengo miedo –dije cortante.
-Si lo tienes –insistió.
-No lo tengo.
-Si lo tienes.
¿Lo tenía? ¿Acaso tenía miedo de volver a encontrarme con aquel vampiro de ojos dorados?
-No lo tengo.
-Sí, lo tienes.
-Haber, chica lista, ¿a qué se supone que tendría que tenerle miedo?
Ella pensó durante unos segundos, ideando su respuesta antes de contestarme.
-Quizás, tienes miedo a reconocer lo que sientes por él…-dijo con su sonrisa de “descubrí tu secreto”.
-¡¿Qué?! –pregunté alterada- Kimberly, ¿te estás escuchando?
-Vamos, Bella. Ambas sabemos que si el chico no te importara, hace tiempo hubieras ido por él sin ningún problema y sin nadie que pueda detenerte –dijo firme con esa sonrisa. Dirigí mi mirada atónita de vuelta a mis pies balanceantes.
¿Acaso Kimberly tenía razón? ¿De verdad me importaba el vampiro de ojos dorados? Y si así era, ¿qué era lo que sentía por él? ¿Por qué mi pecho ardía de tristeza con el solo hecho de pensar en no volver a verlo? ¿Por qué mi pecho dolía como los mil demonios ante el pensamiento de matarlo?
-Odio cuando te concentras demasiado en tus pensamientos, ¡pareciera que estuvieras muerta! –comentó Kim exasperada. Solté una delicada risa- Esta bien, te dejo con tu mente unas horas más. Luego me dices si volverás con nosotros…–dijo poniéndose de cuclillas, preparándose para saltar de la roca al suelo- Si te interesa, el vampiro se llama Edward, y ha preguntado por ti –dijo, y saltó. Me quedé mirándola atónita mientras corría.
.
.
.
Mi decisión ya estaba tomada. Iba a volver al Instituto, no únicamente por él, sino por mí. Tenía que ser fuerte y resistirme, tenía que demostrarle a los vampiros y a mis propios amigos que seguía siendo la misma, que seguía siendo la fuerte y poderosa Isabella Swan.
-Me gusta que hayas decidido volver –me dijo Max cuando bajábamos del auto una vez que George aparcó en el estacionamiento del Instituto. Asentí sonriendo.
-Solo, ten en cuenta que si necesitas ayuda, un silbido basta…-dijo George divertido mientras abrazaba a Kim por los hombros una vez que llegaban a Max y a mí. Le saqué la lengua divertida justo cuando el timbre sonó.
Me despedí de mis amigos mientras corría, a paso humano, a mi casillero a buscar mis libros para la primera hora. Biología. Sabía que la hora de encontrarme con la realidad había llegado. Apostaba que el tal vampiro Edward, no perdería un segundo para interrogarme, y no sabía por qué pero ansiaba ese momento.
Una vez que guardé todo lo necesario en mi mochila, me dirigí a mi clase con total lentitud, intentando calmar mis pensamientos y mis emociones. ¿Qué demonios me ocurría? No era que me iba a presentar ante los Vulturis con una sentencia de muerte segura, pero tampoco era tranquilizador pensar en presentarme delante de la criatura que hacía unas semanas atrás, casi un mes completo, estuve a punto de matar a sangre fría, metafóricamente.
Entré en aquel salón lleno de estudiantes, que la mayoría, en especial hombres, suspiraron al verme. El vampiro estaba sentado en mi lugar, con su mente perdida en alguna parte. Pero de la nada frunció el ceño y dirigió su mirada hacia mí. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, sentí mis piernas flaquear. Esos brillantes ojos dorados destilaban confusión y alegría. No pude evitar que una media sonrisa apareciera en mi rostro mientras dirigía mi mirada al suelo y comenzaba a caminar hacia mi lugar, a su lado, mientras colocaba un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. Me senté bajo su atenta mirada y su completa atención, mientras su olor me golpeaba con fuerza. Decidí no inhalar, no respirar, pero antes de llegar a él, sabiendo lo que su olor provocaría en mí, tomé el aire suficiente como para hablar durante tres horas.
Una vez que me acomodé, giré mi rostro hacia él, dispuesta hablarle, y pude ver que él también lo disponía. Pero antes de que alguno pudiera decir algo, el profesor Banner entró en la clase.
-Okey, alumnos, hoy vamos a separar y clasificar las células de raíz de cebolla en sus fases de mitosis -dijo mientras comenzaba a entregar cuatro pequeños cristales con esas células por pupitre.
Cuando llegó al pupitre que compartía con el tal Edward, se quedó mirándome asombrado.
-Veo que volviste a unírtenos, Bella -dijo con total confianza. Sonreí en respuesta.
-Tuve que salir del pueblo -respondí con sinceridad y bajo la completa atención del vampiro.
Luego de mi noche con Riley, me fui lejos, casi llegando a las afueras de Seattle. Intentando de esa forma olvidarme de su olor y no tentarme a ir por él, pero aún seguía prendido en cada célula de mi cabeza. Me era imposible irme demasiado lejos.
-Asuntos personales, -agregué con una sonrisa al notar la confusión del señor Banner y la del vampiro.
El señor Banner era el único profesor con el que me llevaba bastante bien, y al parecer yo también le agradaba. Según él, le hacía recordar a la hija, cuando tenía “mi edad”.
-Me alegra que hayas vuelto, Bells -dijo con una sincera sonrisa antes de seguir con su tarea.
El vampiro no dejaba de mirarme mientras yo observaba detenidamente el portaobjetos que contenía las células. Podía sentir su intensa mirada sobre mí y mis acciones, podía sentir su curiosidad y su confusión. Y eso me hacía sentir…incómoda.
-Bueno, quiero que contesten las preguntas de la página 320 sobre esta actividad -dijo el profesor haciendo que mi acompañante volviera a la realidad. Reí bajo, intentando que mi cabello fuera una cortina para que él no se diera cuenta, pero no sirvió. Él soltó una débil risa al darse cuenta de por qué yo reía. Mientras nosotros reíamos, los demás estudiantes protestaban por las actividades, hasta que el señor Banner continuó- Una vez que lo terminen, me lo entregan. Empiecen -terminó mientras comenzaba a pasar por cada pupitre que lo llamaba. Volví mi atención al portaobjetos.
-Hola, -dijo por fin, rompiendo con el silencio- me llamo Edward Cullen -asentí mirándolo un poco arrepentida.
-Isabella Swan, pero prefiero que me llamen Bella -aclaré. Su rostro demostró comprensión, creo que el hecho de que el profesor me llamara por mi diminutivo lo había confundido. Sonrió más aliviado.
Lo miré detenidamente. Su rostro parecía tallado por los mismos dioses. Su barbilla cuadrada y varonil; su cuerpo no estaba tan mal, podía distinguir los músculos de su pecho gracias a la remera mangas cortas y pegada al cuerpo que llevaba puesta, dejando ver así su cuello al descubierto, tentándome; esa sonrisa torcida hacía que me perdiera en la nada.
_________________________________________________________________

Capitulo Veinticuatro
El Reclutamiento
Bella POV 
-¿Por qué tus brazos están llenos de mordidas? –me preguntó Alice. Suspiré antes de comenzar con la historia.
-Dos años luego de que Josh y yo formáramos parte de la familia de Eleazar, hubo un día en el que un aquelarre de neófitos quiso ir en contra de mi familia –comencé mientras los tres me miraban atentamente- En ese entonces vivíamos en Francia, en Mónthees, el pueblo en donde Eleazar había nacido hacía mucho tiempo -aclaré mientras los tres me miraban impresionados- En fin, -dije suspirando- el aquelarre se había venido en nuestra contra sin ningún motivo, y como la familia que éramos, nos defendimos, y ganamos.
«Cuando acabamos con ellos, luego de unos minutos, aparecieron los Vulturis. Y para nuestra sorpresa, apareció Aro y Sulpicia, su esposa; Jane y Alec, los falsos hermanos; -comenté mientras Edward, Alice y Jasper reían- Demetri y Felix.
-¿Por qué “los falsos hermanos”? –preguntó Edward sonriendo.
-Porque no son parecidos, y supuestamente son “mellizos” –dije haciendo comillas con mis dedos. Los tres me sonrieron.
-Continúa, -me pidió Jasper refiriéndose a la historia. Asentí con una sonrisa.
-A Aro, le llamó la atención la grandeza del aquelarre de Eleazar, y gracias a su estúpido don, supo de los dones de toda mi familia, y nos ofreció a todos a ser parte de su guardia. Obviamente, ninguno quiso, pero Aro se había obsesionado con mi don. Por lo tanto, me pidió que hablásemos a solas.
 «Fui una estúpida al ir, y no escuchar a Josh, que me había pedido que no fuera. Pero la mirada de Aro sobre mi familia me asustaba y si podía hacer algo para evitar que los dañaran, lo haría –dije firme sin miedo alguno.
-Admiro tu valor, Bella –me halagó Jasper con una sonrisa.
-Es impresionante, -comentó Alice con una sonrisa.
-Siempre supe que eras especial, pero esto supera mis expectativas –dijo Edward acariciando mi pelo. Sonreí avergonzada ante sus palabras, si hubiera sido humana, me hubiera sonrojado, y demasiado.
-Continúa, -me pidió Alice entusiasmada por la historia.
-Cuando fui a hablar con Aro, el me amenazó con su dulce pero terrorífica sonrisa. Y no tuve opción. El quería que fuera parte de su guardia, o sino, mi familia moría allí, en ese preciso momento –dije mientras de los tres, salían gruñidos enojados- acepté con la condición de que viviría con mi familia, y que viajaría a Italia en caso de que me necesitaran con urgencia.
«Era eso o nada. Yo no tenía miedo de enfrentarme a toda su guardia, y Aro sabía que saldría perdiendo si lo intentaba, así que aceptó mi condición. Con el tiempo fue encontrando vampiros en las mismas condiciones que las mías, -dije antes de que Alice me interrumpiera.
-¿Qué condiciones?
-Con familia, sin estar dispuestos a abonarlas por ser parte de los Vulturis. Vampiros que no les interesaba la idea de ser parte de su guardia, pero que a Aro les serviría si lo fueran. Vampiros con los que Aro se obsesionaba –contesté mirando su expresión de horror.
-Vuelve a la historia, por favor –me pidió Jasper al sentir la preocupación de Alice.
-Con el tiempo, Aro encontró vampiros que tenían familia y no les interesaba formar parte de los Vulturis, -repetí para que entendieran mejor- por ese motivo creó El Reclutamiento.
-Sí, hemos oído hablar de él –comentó Edward mientras Jasper y Alice asentían- ¿De que trata? –me preguntó Edward interesado.
-El Reclutamiento lo formamos muchos vampiros, de los cuales somos llamados por enviados de Aro, para encargarnos de grandes aquelarres de distintas partes del mundo. No son de llamarnos muy seguido, pero a veces, no se prevé cuando a un vampiro se le da por crear un aquelarre grande sin intención alguna –dije algo molesta ya que me referí a mi último viaje.
-Te incluyes en él, -comentó Edward algo molesto. Lo miré confundida.
-Edward, no tuve alternativa. Yo no lo elegí, simplemente ocurrió –dije algo molesta mientras él me miraba aún enojado- Era eso, o matarme –dije seria mientras Edward cerraba sus ojos frunciendo el ceño.
-Bella, ¿hablas en serio? –me preguntó Alice sorprendida ante mi confesión.
-A mi familia no les gusto lo que Aro me había propuesto, a pesar de haber sido una amenaza, así que les propuse que me mataran –dije mientras Edward se tensaba- Esa sería la única forma de que Aro los dejara en paz. Por supuesto ninguno estuvo de acuerdo, así que tuvieron que aceptar la propuesta de Aro –terminé mientras Alice y Jasper no podían salir de su asombro y Edward seguía tenso, con sus ojos cerrados.
Me di cuenta que lo había herido, y me maldije a mí misma por haber abierto mi estúpida boca. Apoyé mi frente sobre la de Edward mientras acariciaba su mejilla.
-Lo siento, pero no tengo opción. Es la única forma de mantener a salvo a mi familia y de no preocuparme por ellos –me disculpé mientras Edward se relajaba y me devolvía la caricia.
-Está bien, es solo que…no puedo imaginarme un mundo sin ti –dijo acariciando mi mejilla con una mano y apretando su agarre a mi cintura con su otro brazo.
Le di un corto beso en los labios mientras Alice y Jasper se concentraban en ellos mismos, dándonos privacidad.
-Pero aquí estoy, y no pienso ir a ninguna parte lejos de ti –le contesté mientras él sonreía feliz.
Según sus pensamientos, le gustaba que ahora fuera tan directa con mis sentimientos y que no tuviera vergüenza de ellos. Le gustaba que le fuera sincera, sin mentiras, solo la verdad. Le di otro beso en los labios antes de volver mi atención a Alice y Jasper, que nos miraban con sonrisas.
-¿Sigo con la historia, o prefieren dejarla ahí? –pregunté volviendo al tema. Jasper negó con la cabeza.
-Yo aún quiero saber lo de tus brazos –dijo mirándolos con algo de tristeza.
Yo estaba sentada en el regazo de Edward, con uno de mis brazos detrás de su cuello, y el otro tenía mi mano tomada de la de Edward. En el momento en que Jasper hizo la pregunta, Edward soltó mi mano y acarició mi brazo, el cual estaba lleno de mordidas, al igual que el otro. Él miraba atentamente cada una de las heridas mientras las acariciaba, como si deseara que desaparecieran.
-La mayoría son hechas por neófitos, vampiros recién creados, -explique mientras observaba a Edward como acariciaba cada una de las heridas- que intenté matar en mi trabajo.
Edward dejó de acariciarme y me miró con el ceño fruncido.
-¿Lo consideras un trabajo? –preguntó sorprendido.
-¿De que otra forma quieres que lo vea? –le pregunté levantando una de mis cejas. Él se encogió de hombros antes de contestar a mi pregunta.
-No lo se, -dijo antes de pensar bien lo que iba a decir- dijiste que lo haces amenazada, ¿no? –asentí confundida- Listo, -dijo con una sonrisa divertida en su rostro- considéralo como una obligación –reí sin poder contenerme mientras asentía.
 -Dijiste que la mayoría de tus heridas te lo hicieron neófitos, ¿y las demás? –preguntó Alice volviendo al tema.
-Las demás son solo pruebas de lo tramposos que son mis hermanos –dije con una sonrisa. Ellos me miraron con el ceño fruncido.
-¿Pruebas? –preguntó Jasper.
-Cuando sabemos jugar a juegos que incluyen fuerza, Josh y Jaime son muy tramposos. Cuando van perdiendo, te muerden, para que te desconcentres. Pero solo lo hacen conmigo, ya que yo les devuelvo la mordida –dije con una sonrisa divertida- Ellos nunca morderían a Sophy o a Nicky. Ellas son más…-me interrumpí buscando la palabra adecuada- “ladys” que yo…–dije sonriendo al haber encontrado la palabra justa.
-¿Por qué dices eso? –me preguntó Edward con el ceño fruncido.
-Edward, si yo tengo que ensuciarme para ganarle a Josh o a Jaime, pero sobretodo a Josh, -aclaré- lo haría, solo es un juego. Sophia y Nicole, muy rara vez se les da por ensuciarse en un juego de esos –dije con una sonrisa en mi rostro al igual que en la de todos.
La sonrisa de Edward se volvió divertida, al igual que sus pensamientos. Él quería ver cuan divertida podía llegar a ser yo. Le devolví la sonrisa antes de levantarme de su regazo.
-¿En serio quieres ver cuan divertida puedo ser? –él se levantó antes de contestarme.
-Tengo ganas de ganarle a alguien –dijo provocándome. Alice y Jasper reían aún sentados.
-Espero sepas en lo que te estás metiendo, Cullen –dije antes de saltar bien alto a uno de los árboles. Edward rió antes de seguirme por detrás.
______________________________________________________________________
Okey, mis niñas... Mil lo sientos por no haber publicado nada aqui. He estado muy apurada, y casi tengo el tiempo justo para ciertas cosas. Pero me puse las pilas y organisé todo... :)
Espero me disculpen... ^^
Bueno, les gusto?? Dejen coment..!
Peace. Out.
Ally C-B.

miércoles, 19 de octubre de 2011


Summary: ¿Qué hubiera ocurrido si Bella no hubiera llegado a tiempo para salvar a Edward en Luna Nueva? ¿Podrá ella vivir sin el amor de su vida? ¿Qué ocurrirá cuando la persona menos pensada se convierta en la razón de su respirar
 N/A: Chicas! Agradezcan a mi hermosa Beta Guadi por haberme ayudado con este tan esperado PRIMER CAP!! Admito que me había trabado un poco... ^^ Pero bueno, aquí está!! x) Enjoy!
 _______________________________________________________
1.- Capitulo Uno.
Breathe me
By Ally Cullen-Black
&.
Respirar, cada vez se volvía mas y mas difícil para Isabella. Las horas, los días, las semanas pasaban por su ventana, sin que ella se percatara. Para Bella, cada día era toda una eternidad en el infierno.
Sin él su mundo, su vida, no tenía sentido.
Ella quería morir con él.
Bella, cariño, debes comer algo. Por favor…Suplicó Alice a su amiga, como casi siempre lo hacía desde aquel trágico día. Bella no contestó, solo se dedicó a mirar a la nada por aquella ventana. Bella, no me hagas llamar a Emmet. Amenazó la menuda vampira al ver que su amiga no contestaba
La aludida levantó la vista en la mención de su mejor amigo, su confidente, su apoyo. Su mirada reflejaba esperanza, felicidad y una profunda alegría que solamente el gran oso-vampiro provocaba en ella desde que Edward dejó de existir.
Alice sonrió alegre y asintió. Ella sabía lo mucho que Bella quería a Emmet, y en la forma en la que ambos se querrían más adelante. Él ocupaba un lugar importante en el corazón de Bella. Él le devolvió la esperanza. Él le otorgaba esa luz de vida que ella tanto necesitaba -a pesar de que él estuviera muerto, metafóricamente-.
Una media sonrisa apareció en el rostro de la humana antes de que se levantara de su enorme cama y corriera escaleras abajo.
Hacía dos semanas desde que Emmet se había ido de viaje con Carlisle y Esme. Y tanto ella como él, ansiaban verse y fundirse en ese abrazo que tanto les hacía falta.
¿Cómo está Rosalie? Le preguntó dudoso Jasper a Emmet. Ambos estaban sentados en el gran sofá de la sala.
Bien, hace un mes está saliendo con Max. Contestó tranquilamente Emmet. A él le agradaba la idea de que ella fuera feliz, así como él planeaba serlo con el tiempo.
¿Max? Preguntó confundido Jasper.
—Max es el nuevo integrante en la familia Denali… y el compañero de Rosalie. —Concluyó Emmet con tranquilidad.
Jasper frunció el ceño perplejo. —Emmet…—Dijo con preocupación por su hermano, aunque él podía sentir su tranquilidad.
—Tranquilo, Jazz. Estoy bien, y realmente feliz por ella. Max es ideal para Rosalie, por lo que he podido observar sobre él.
Jasper suspiró asintiendo, dejándose llenar por la tranquilidad que Emmet emanaba, mezclada con felicidad y un poco de ansiedad. Sonrió ante este último sentimiento, sabiendo claramente por quien era que lo sentía.
Emmet sonrió de vuelta ante la mirada y sonrisa ‘acusadora’ de Jasper. —¿Cómo está Bella? —Preguntó Emmet rascándose la cabeza, demostrando sus nervios.
Antes de que el rubio pudiera contestar, Bella apareció al comienzo de las escaleras, con una hermosa sonrisa en su rostro llena de alegría y con la respiración agitada.
—¡Emmet! —Dijo ella antes de comenzar a bajar las escaleras con rapidez.
Como siempre, su torpeza tuvo que hacerse presente, haciendo que se enredara con sus propios pies. Ella cerró los ojos esperando el golpe de la caída. Pero nunca llegó. Más bien sintió unos enormes y muy conocidos brazos rodear su cintura y equilibrar su cuerpo.
Bella abrió los ojos para encontrarse con la divertida sonrisa de Emmet, donde en sus mejillas se formaban unos característicos y atractivos hoyuelos.
—Te extrañé, mi torpe Bella…—Dijo en broma Emmet.
Ella sonrió mientras rodeaba el cuello del pelinegro con sus frágiles brazos, envolviéndolo en un abrazo que ambos habían esperado. Emmet le correspondió tomándola con extremo cuidado.
Él, desde que ella se volvió en su Todo, comprendió su fragilidad; por lo que siempre que la tocaba, lo hacía con extremo cuidado, sabiendo que con un mal cálculo en un toque podría dañarla. Y eso era algo que no estaba permitido para él, e iba contra sus principios. Antes que lastimarla, prefería que lo desmembraran una y otra vez, y sentir el dolor multiplicado por mil veces mil.
Resultaba extraño comprender recién ahora por todo lo que había pasado su hermano Edward. Entendía por fin por qué trató con todas sus fuerzas de mantenerse alejado de ella en un principio, y por qué siempre se mostraba tan condenadamente sobreprotector.
Todo era demasiado extraño para él.
Con Rosalie jamás, JAMÁS tuvo que preocuparse por protegerla, ya que ella no disfrutaba en lo más mínimo del hecho de que la hiciera ver débil. Ella disfrutaba de su independencia y de su fuerza, al punto de molestarse con él si trataba de negarle algo. Con Rosalie todo era ‘fácil’ en ese sentido. Pero con Bella…
Con Bella apenas estaba reconociendo los sentimientos que lo embargaban nada más verla. Ansiedad, preocupación… Y algunos más que no lograba definir aún.
Se separaron, y Emmet pudo ver con total claridad gracias a su inhumana visión, la felicidad reflejada en cada centímetro del rostro de aquella pequeña que con cada respiro de su alma le iba robando aún más la razón.
La sonrisa de Bella era tan amplia que, por una milésima de segundo, Emmet pensó que su rostro debería dolerle. Sin embargo, la felicidad que emanaba era casi palpable.
Demonios, Belly Bells… ¡Parece que tu rostro fuera a romperse! —Bromeó sin contenerse.
Automáticamente, el ceño de la castaña se frunció y puso una mueca adorable en su rostro causando que todos rieran a su alrededor.
—¡Oh!, si serás idiota… Osito Pooh. Dijo con mirada maliciosa, sabiendo cuanto odiaba el vampiro que lo insultara diciéndole como al pequeño y tonto oso de los dibujitos. Ni siquiera le decía Yogui o Kun Fu Panda. No, esos eran mejores que ‘Osito Pooh’.
Bella… Corre. Dijo en tono bajo colocando una hermosa sonrisa burlona en su pálida cara.
Ella soltó una nerviosa risa echando a correr y ensanchando sus ojos, consternada ante el tono de su voz.
Que hermosa era al intentarlo al menos.
¿Acaso no se daba cuenta que aunque le diera una hora de ventaja él sólo tardaría un par de minutos en encontrarla?
¡Lista o no, allá voy! Canturreó él de manera divertida y juguetona antes de lanzarse escaleras arriba que era por donde ella había decidido huir.
Emmet POV
¡Emmet ten cuidado y no rompas…
Escuché gritar a Alice en el momento exacto en el que tropezaba con la alfombra enredada que seguramente Bella había dejado a su paso cayendo de manera estrepitosa y llevando al paso la mesita decorativa con todo y florero.
¡Rayos! ¿Cuándo se ha visto a un vampiro tropezar?
Esto era culpa de la enana maldita por distraerme.
¡DUENDE! Grité con todo lo que daban mis muy muertos pulmones.
Escuché una risa melodiosa detrás de mí.
Esa risa.
Ese cantar de ángeles…
Ella. Bella. Bella, no paraba de reír.
Hacía demasiado tiempo que no la escuchaba reír de esa manera tan espontánea y sin reservas.
Demasiado tiempo.
Ella seguía y seguía hasta el punto de que pude vislumbrar la evidencia cristalina de una lágrima en el borde externo de su ojo izquierdo.
Lo lamento, Emmet. Sólo quería escucharla reír. Dijo Alice en tono bajo para que Bella no la escuchara. Aunque yo en realidad dudaba mucho en que lo hiciera ya que seguía a carcajada limpia.
Oh, ya verás, Belly Bells…
¡Oh! Dijo ella frenando la risa en seco y mirando hacia ambos lados en busca de una vía rápida de escape. Tenía que concederle que lo intentara.
Corrió a la recamara que quedaba justo detrás de ella cerrando la puerta tras de sí mientras yo me levantaba  lentamente del desastre que había dejado.
¡Emmet Cullen! Más te vale levantar todo eso, ¿escuchaste? Gritó Esme desde abajo.
¡Sí, mamá… Luego!
Obviamente no había manera de que me permitirán romper la puerta de la recamara.
Ni lo sueñes, Em. —Me reprendió Alice, obviamente viendo mi decisión con su estúpido don.
Ok, no tan estúpido. Ayudaba bastante.
Resoplé bajando mis hombros. Podía sentir a Bella carcajearse detrás de la puerta como si de verdad creyera que eso me detendría. Niña tonta. Corrí tan veloz que sería difícil distinguirme hacia el exterior de la casa y de un salto me posicioné en el marco de la ventana del segundo piso donde ella se hallaba. La habitación de Esme.
Ella estaba mirando a través de la cerradura de la puerta, seguramente buscando en donde me había metido ya que todo fue muy deprisa para sus muy humanos sentidos.
La muy tonta se reía aun con ganas mientras me acercaba en un fantasmal sigilo.
Aquí estoy. Dije con voz suave detrás de ella.
¡Ahhh! Gritó.
La tomé de la cintura y la acerqué a mí para que no escapara de nuevo mientras ella reía, gritaba y se retorcía.
Con lo que no conté fue con que ella se quedara totalmente quieta de un momento a otro y se quedara mirándome fijamente.
Su mirada… me heló. Era un cúmulo total de sentimientos encontrados. La diversión totalmente olvidada y dejada de lado. Sus expresiones cambiaban en milésimas de segundos casi tan rápido como los movimientos vampíricos. Me dejó impresionado.
No podía moverme, no podía alejarme, no podía acercarme. Me encontraba presa de su mirada y expresiones de una forma en la que jamás me había sentido. Estaba conteniendo la respiración y ni siquiera sabía por qué.
Be…Dije sin siquiera darme cuenta de las palabras que pugnaban por salir de mi boca.
Ella abrió tan grande los ojos que estaba seguro de que le dolerían. Pareció salir de una especie de hechizo, como despertando de un sueño.
Apoyó rápida y delicadamente sus pequeñas manos en mi pecho y ejerció un mínimo de presión a la cuál yo respondí de inmediato alejándome de ella.
Yo… Yo…Me quedé allí con los brazos alejados pero aun extendidos mientras ella me miraba con una mirada totalmente desconcertada y confundida.
Se giró torpemente y salió aturdida hacia su habitación, mientras que yo quedaba igual de aturdido en la misma posición anterior.
¿Qué rayos fue todo eso? ¿Y por qué me sentía cómo que todo estaba a punto de cambiar?
_______________________________________________________
La que aún no ha leido el Prefacio, les dejaré el link así se dan una vuelta. ^^
Bueno... Y?? Les gusto??
Siento la improlijidad del blog, es que ando refaccionando y no me da el tiempo... :/
Dejen coment!
Peace. Out.
Ally C-B.
 
© 2012. Design by Main-Blogger - Blogger Template and Blogging Stuff