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domingo, 3 de noviembre de 2013


Summary: MINIFIC. "—¿Por qué, Edward? —Susurró ella dejando que las lágrimas se escaparan de sus ojos. —Porque no puedo evitar amarte, sin importarme que seas… que seas…—Repitió el cobrizo dejando que a él también se le escaparan lágrimas. —Que seas mi hermana…". Bella/Edward. Rating: M.
ADVERTENCIA: Bien, ésta historia contiene lenguaje adulto, pero aún no sé si habrá lemmon. :B Pero denle una oportunidad, y lean. ;D Prometo no decepcionarlas (?) C:
N/A: POR FAVOR, LEER NOTA AL FINAL. Gracias. C: ¡Enjoy en cap!

2. Capitulo Dos
Forbidden Love
By Ally C-B
&.
Ambos caminaban de regreso a casa en silencio. Él iba un par de pasos más adelantado que ella. El clima alrededor de ellos era tenso, silencioso, y todo gracias al incidente de hacía un par de horas. Cuando él se perdió por unos segundos empujándola lejos, pero era por el bien de ella. Y de sí mismo. No podía flaquear ahora…
—Oye… ¿Por qué estás tan enfadado? —Preguntó ella algo molesta y confundida. Y estaba en todo su derecho de sentirse así.
Pero es que no entendía por qué Edward últimamente se molestaba por casi todo. Y con ella. Siempre era con ella. Bella presentía que algo le ocurría, no sabía qué, pero sí presentía que algo había cambiado en él.
—Por nada… —Contestó él con desgana.
¿Cómo aparentar? ¿Cómo fingir? ¿Cómo seguir adelante intentando convencerse a sí mismo de que no debía cruzar la línea que Edward mismo había dibujado entre ella y él? ¿Cómo fingir no amarla con todo su ser? ¿Cómo, cómo, cómo…? Edward ya se estaba cansando de preguntarse tantas veces “cómo”
El final del día ya había llegado, cuando Esme, la madre de Bella y Edward, le pidió a éste último que fuera a buscar a su hermana y le avisara que al día siguiente irían con Carlisle, su padre, a visitar a la abuela Cullen.
Edward resopló. —¿Por qué debo ir yo?
—Porque tu madre te lo ordena. —Dijo Esme con seriedad fingida. Edward le sacó la lengua con diversión antes de levantarse de la silla en la que estaba sentado e ir hacia la habitación que compartían con Isabella.
Aunque no lo admitiera, él llevaba ciertas actitudes que Bella poseía, al igual que ella tenía algunos de los tics que Edward tenía. Pero es que, les gustara o no, eran mellizos. Estaba en su sangre ser de esa manera…
“Yo me caigo, tú lloras”.
“Me golpean, tú sientes el golpe”.
“Tu lloras, yo siento tu dolor”.
“Tu ríes, yo siento tu felicidad”.
Era una ley. Eran mellizos
—Bella, mañana, mamá… —Dijo Edward mientras entraba en la habitación, pero se detuvo cuando, al entrar, no vio a Bella recostada en su cama, debajo de la de él.
Miró hacia arriba y la vio en su cama, por lo que bufó. Siempre hacía lo mismo, y eso que ella había elegido la cama de abajo. Él resopló y se dirigió a la escalera que conducía a la cama de arriba de la cucheta.
—Isabella, despierta. —Dijo algo molesto una vez que subió algunos escalones para poder llegar a ella. —¿Por qué estas durmiendo aquí? —Ella se removió inquieta y adormilada antes de sentarse y refregarse los ojos. —Vamos, bájate de ahí.
—Pero… es que abajo hace frío… —Él tragó en seco cuando vio el pequeño y provocativo pijamas que Alice le había regalado a Bella hacía un año atrás.
Rápidamente, Edward dejó de mirar su cuerpo. Ese que cambiaba y se desarrollaba más y más al pasar los años, haciéndole perder por completo la cabeza por unos momentos.
—Eso es porque estás durmiendo con ese tipo de ropa. —La regañó él mirándola al rostro, forzándose a sí mismo a que su mirada no se desviara hacia otra parte de su anatomía. —Anda, ven…
La mano de Edward se acercó al brazo de ella y la tomó para ayudarla a bajar de la cama, pero aquel latido volvió a ensordecerlo. Volvió a sentir esa extraña chispa, esa ligera corriente que sentía cuando sus pieles se tocaban. Pero como siempre solía reaccionar él, la fuerza se le iba de control. Su mano apretó con fuerza el delicado y pequeño brazo de Bella, y ella no se contuvo y soltó un silencioso gemido de dolor hasta que Edward reaccionó y la soltó.
—Hey, Edward… No tienes por qué estar tan enojado. —Protestó ella alejándose un poco de él y sobándose en el lugar en el que Edward le había hecho daño inconscientemente. Él solo bajó su mirada.
Lo había hecho de nuevo. Le había hecho daño. “¿Cuánto más, Dios? Cuánto más…”, pensó ya agotado mental y físicamente.
—Está bien. —Suspiró mientras retrocedía los escalones que había subido de la cucheta. —Puedes dormir aquí… Yo dormiré en el salón.
—Espera, Edward… —Se apresuró ella a decir cuando él llegó al suelo. —Lo siento. —Él se detuvo a varios pasos lejos de la cama, sin saber qué decir o hacer mientras ella bajaba de la cama hasta quedar a dos pasos detrás de él.
—Solo… no te metas así en la cama de los demás. —Dijo aún dándole la espalda, mirando al suelo. No podía mirarla, tenía que controlarse a sí mismo, y si llegaba a mirarla, el controlarse sería lo último en lo que pensaría.
Si llegaba a mirarla, no dudaría en tirársele encima y besarla. No dudaría en tocar esa piel suave y cálida. Demonios, claro que eso no lo dudaría.
—Edward, lo siento mucho… —Era demasiado. Su voz resquebrajada y débil fue demasiado. Edward cerró sus manos en puños y no lo pensó antes de salir de la habitación a zancadas.
Lo que él no se dio cuenta, fue de las traicioneras lágrimas que escaparon de los ojos de Bella. Ni siquiera la miró, ni quiera se percató cuando ella quiso tocarlo desde atrás. Ni siquiera le importó… O al menos, eso pensó Isabella.
Ella suspiró tristemente y confundida por aquel enojo que él poseía a diario cuando Edward salió de la habitación, antes de secarse las lágrimas y volver a recostarse en su cama de abajo. Tenía que dormir para no llorar.
Le dolía que él la tratara de esa forma. Pero, al mismo tiempo, sabía que ya no eran niños, por lo tanto, la relación no podía ser la misma que antes.
Edward ya no aguantaba más. Necesitaba irse lo más pronto posible. No podía seguir así. ¿Qué sucedería luego? ¿Hasta qué punto llegaría al perder el control? ¿Acaso lo perdería por completo y terminaría golpeándola cuando ella no se lo merecía en lo absoluto? CLARO QUE NO. Él no lo permitiría… Antes que dañarla a ella, se cortaría él mismo sus manos.
.
.
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Instituto. Había días en los que Edward consideraba las horas de Instituto como una salida a no estar tanto tiempo con Bella, haciéndolo sentir un tanto aliviado. Pero al mismo tiempo, la extrañaba. No siempre tenían las mismas clases, ya que la especialidad que habían elegido era distinta, salvo una que otra materia.
Pero la extrañaba. Extrañaba su aroma, su chillona risa, sus quejas cuando él la regañaba, sus ojos, su sonrisa… La extrañaba.
—¡Edward! —El cobrizo se sobresaltó al escuchar el gritito de Alice a su lado, quien le extendía el cuaderno donde Edward realizaba sus apuntes. La miró entre aburrido y extrañado, ya que el cuaderno ese se lo había prestado a su hermana. —Bella está cambiándose para gimnasia, y me pidió que te trajera esto.
—Ah… Gracias. —Dijo él suspirando mientras le aceptaba el cuaderno.
—Ammm, Edward… ¿Estás bien? —Se animó a preguntar la pequeña duende. Él alzó una ceja en su dirección.
—¿Por qué preguntas?
—Es que… últimamente no te veo del todo bien. —Alice bajó la mirada un tanto avergonzada. —Lo sé con solo mirarte. Porque… —“Aquí vamos de nuevo”, pensó el cobrizo suspirando. —Me gustas, Edward.
—¿Aún sigues con eso? Déjalo ya, Alice… —Dijo cansado antes de levantarse de su asiento e irse hacia afuera del aula para dirigirse a su casillero. No necesitaba nada importante, solo quería alejarse de ella.
No es que fuera descortés, Esme lo había educado de una forma completamente admirable. Hacía dos años atrás, Alice se le había declarado a Edward y él, como todo caballero respetuoso, le dijo que no sentía lo mismo por ella. Pero Alice, al parecer, no entendía el significado de la palabra ‘NO’. Por lo que continuaba insistiendo. E insistiendo, e insistiendo, una y otra vez…
Edward suspiró mientras salía del aula, justo cuando oyó el grito de Bella.
—¡Edward! ¿Ya te ha dado Alice los apuntes? Gracias, me salvaste. —Dijo la castaña de corrido y sonriente. Edward ya estaba acostumbrado a esa personalidad energética de su hermana, por lo que casi siempre esperaba paciente a que terminara por completo la frase que estaba diciendo. “Extrañaré eso…”, pensó Edward de la nada.
En ese momento, ante ese pensamiento, sintió un ligero golpe en su pecho. Extrañarla… Por supuesto que lo haría. Ella sería el pensamiento diario, pensar en ella sería una rutina cuando se fuera. Pero, al menos de esa forma, no la lastimaría. Edward prefería ser él quien sufriera por todos esos sentimientos a que ella derramara una sola lágrima por él.
Bella lo miró sonriendo esperando respuesta, a lo que él solo asintió pronunciando un bajo “de nada”. Ella le devolvió otra sonrisa alentadora. Siempre solía arreglarlo todo con sonrisas, pero Edward sólo se veía aún más sofocado por su belleza y el nudo en su pecho, inevitablemente, volvía a aparecer.
Alice salió del aula riendo chillonamente, como siempre solía ser ella, ya que la llamaban desde dirección para ultimar detalles sobre la decoración del gimnasio para el próximo baile de invierno.
Edward sentía nuevamente el aire incómodo que se propagaba al ver que decepcionaba a Isabella con su actitud indiferente, pero era algo que no podía ni debía evitar.
Creo que será mejor que acompañe a Al…
De acuerdo, te veo a la salida.
Hasta luego.
Y con una sonrisa cargada de pena, Bella acomodó su bolso sobre sus hombros y comenzó a caminar.
Edward la observó partir, queriendo centrar nuevamente su cabeza en mantener su postura rígida, en vez de hacer volar sus pensamientos siguiendo el contorno de sus piernas.
Ella sentía el rechazo de su hermano y hubiese seguido mortificando su cerebro en busca de una respuesta a su actitud, de no haber sido interrumpida por Mike Newton, el descerebrado líder del equipo de soccer y sus, igual de idiotas, compañeros.
Oye Bells, ¿Irás al baile?
Aún no lo sé, tengo que ver lo que mi hermano hará. Ahora apártate.
Qué modales… ¿Por qué demonios tu hermano debe estar vigilando cada paso que des? ¿Acaso eres tan idiota como para caminar sola sin hacer ninguna estupidez? ¿Tan cierto es lo que se dice de tu torpeza, Cullen? Supongo que por algo nadie se te acerca… Te debe ir bien el papel de mosquita muerta.
Déjame en paz, Newton.
No creo que eso pase, quiero ver que tal ejercerás ese papel conmigo en cuanto te tenga.
Mike sostiene a Isabella de la cintura, acercándola a sí, burlándose de su timidez
¡Suéltame!
Oh, créeme que muy pronto rogarás que no lo haga.
¡Que me dejes en paz!
Y con una fuerte cachetada en el rostro, logró zafarse. Pero luego, Mike sostuvo su mejilla y apresó uno de los brazos de Bella con fuerza exagerada, listo para devolver el ataque, cuando Edward apareció de la nada con un golpe a mano cerrada en medio de su mentón.
Atrévete a tocarla y te hago volar las pocas neuronas que te quedan, imbécil.
Vamos Cullen, deja de ladrar. A fin de cuentas no eres más que su perrito faldero.
No se iba a rebajar ante la oferta de bajarle los dientes a Mike, por más tentador que le pareciese, pero el ver a su hermana frotándose el brazo y con las lágrimas a punto de salírseles, fue impulso suficiente para determinar su decisión.
Edward tomó uno de los brazos de Mike al evadir un golpe y lo sostuvo detrás de su espalda, haciéndolo gruñir del dolor. Sin embargo, Mike, con su mano libre aprovechó para atacar a Edward al estómago, lo que lo hizo agacharse por la agudeza del dolor que éste le provocaba.
Cuando Edward cayó al piso, los amigos de Newton se sumaron y comenzaron a darle una paliza de la que creyeron que no se zafaría, pero él tomó un pie de cada uno, haciendo que sus cabezas golpearán contra ambos lados del casillero, volviendo a centrar la atención en Mike y tomarlo por sorpresa al incrustar su puño en su nariz, justo al tabique.
La sangre comenzó a correr y Bella a desesperarse. Ella nunca había visto a su hermano tan enojado, con esa mirada que causaba escalofríos del miedo que te producía. Por más que ella gritara a pulmón vivo su nombre y que se detuviera, era como si él no escuchara. Estaba cegado de tanto enojo y odio.
Llegó un punto en el que ambos se habían encarnizado y nadie hacía más que alentarlos, empeorando así la situación. Ya al borde del desfallecimiento, Edward le propinó una patada en su bajo vientre, dejándolo doblado en el suelo, y de no haber sido por Jasper, quien se metió desesperado entre la multitud cuando se percató de que era su amigo quien estaba en la pelea para detenerlo, quizás hubiera logrado darle un último golpe más a Mike, y hasta quizás, el último que hubiera recibido en su vida.
Edward reaccionó cuando sintió unas manos sostenerlo con fuerza por los brazos desde atrás, haciéndolo alejarse varios pasos del idiota de Newton. Levantó la vista y lo primero que vio, simplemente le desgarró el pecho, justo en la parte donde se situaba su corazón. Ver a Bella, con una de sus manos cubriendo su boca y lágrimas deslizándose por sus mejillas, observándolo con algo de miedo y preocupación, simplemente dolió más que cualquiera de las heridas que Edward tenía en ese momento.
—¡EDWARD! ¡Vamos, hombre! ¡Reacciona! —El cobrizo sacudió su cabeza  quedándose quieto al darse cuenta de que estaba intentando zafarse del agarre de su mejor amigo, aunque no podía recordar claramente con qué fin. Si para seguir golpeando al debilucho de Newton o para salir corriendo, para ya no ver aquellos chocolates ojos que lo hacían sentir vergüenza de su comportamiento.
—¿Qué demonios te sucede, Edward? Este no eres tú, idiota… —Lo reprimió su mejor amigo mientras ambos respiraban aceleradamente.
Jasper tenía razón. Ese no era él. Edward nunca reaccionaba de esa manera ante nadie, por más que sobrepasaran el límite de su paciencia. Él no era agresivo… O quizás, ¿sí lo era? Los recuerdos de sus reacciones un tanto pasadas de fuerza con su… con Bella pasaron por su mente. ¿Acaso él era un hombre agresivo? ¿Por qué su fuerza se iba de control cuando se trataba de ella? ¿Por qué no podía simplemente respirar profundamente y continuar sin siquiera pensar en matar al que se atreviera si quiera a mirar a Bella?
Edward bajó la mirada sin contestarle a su amigo, intentando controlar su respiración. ¿Qué demonios le ocurría? ¿Por qué había cambiado tanto? ¿Acaso era algo relacionado con el estúpido cambio de hormonas del que sus padres hablaban habitualmente? No lo sabía. Lo único que él sabía en ese momento, era que tenía que desaparecer de la vista de ella.
El cobrizo dio un último y profundo respiro antes de zafarse del agarre de Jasper, girarse e irse caminando a zancadas por el pasillo.
Isabella no lo dudó. Salió corriendo en su dirección, su hermano necesitaba urgente que alguien le atendiera las heridas en su rostro. Sin embargo, cuando pronunció su nombre justo detrás de él y quiso tomar su brazo, él lo zarandeó con fuerza, como siempre lo hacía, pero haciéndola asustar y detenerse por la fuerza con lo que lo hizo.
Y ese fue el momento de Alice. Ella corrió detrás de él y lo siguió hasta la enfermería.
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—¿Por qué te has metido en esa pelea? Mira cómo has quedado… —Lo regañaba Alice mientras buscaba el antiséptico en uno de los tantos estantes que habían en la enfermería. Edward solo miraba un punto fijo en el suelo sin hablar, sentado en una silla, mientras esos ojos, el miedo mezclado con preocupación que destilaban esos chocolates ojos llenos de lágrimas invadían su mente.
Bella aún no podía creer todo lo que había ocurrido. Pero lo que aún no lograba entender, era todo ese rechazo proveniente de su hermano. La pelea en sí, le había hecho ver que a pesar de todo, él sí la quería. Pero, ¿por qué luego volvía a actuar tan frío e indiferente únicamente con ella? No entendía, y algo dentro de ella le decía que sería mejor que no entendiera.
Edward, aún estando tan lejos de ella, podía sentir la confusión de Bella como si fuera de él. Él sabía claramente lo que había hecho, y con qué fuerza lo hizo. Pero no podía dejar que ella lo siguiera, no podía dejar que ella estuviera a solas con él como en ese momento Alice lo estaba. Simplemente, hubiera sido como todo lo que ocurrió luego…
—Listo. No soy doctora, pero al menos tu rostro ya no se ve tan mal… —Alice comentó, pero a él no le importó. Simplemente asintió en agradecimiento, permaneciendo en su lugar.
La pelinegra dudó unos momentos, antes de romper con el silencio que se había prolongado entre ellos.
—Si hubiera sido yo… —Edward levantó la vista confundido hacia ella. —Si me hubiera ocurrido a mí, ¿habrías actuado de la misma forma? —El cobrizo suspiró. ¿Hubiera hecho lo mismo? Por más de que Alice fuera una pesada algunas veces, él no podía omitir el hecho de ella también era su amiga. Cuando era un niño, antes de conocer a Jasper, el siempre jugaba con Bella y Alice, así que, podía llegar a considerar a Alice como su hermana. Pero, él volvía a repetirse la pregunta en su mente: ¿Hubiera hecho lo mismo… por Alice?
—Aunque no digas nada al respecto, alguien te gusta, ¿verdad?
Edward no pudo evitar abrir los ojos sorprendido. Ella lo sabía. Sabía que algo no iba, sabía que algo le pasaba con Bella.
Él no dijo nada. Volvió a suspirar allí donde estaba sentado y bajó su mirada. Pero luego, se arrepintió de haberse quedado allí.
Alice no esperó más, solamente le llevó menos de un minuto para tomar su decisión. Sus pequeñas manos tomaron el rostro varonil de Edward y juntó sus labios. Ella lo tomó por sorpresa, sin embargo, no reaccionó agresivo ni la apartó. Ni siquiera hizo nada, solo se quedó allí, con sus ojos abiertos sin salir del asombro de que ella lo haya tomado de esa forma por sorpresa, mientras ella se animó a mover temblorosa y delicadamente sus labios sobre los de él. Ella se dio cuenta de que él no le correspondía, por lo que se alejó apenas unos centímetros para poder mirarlo a los ojos.
—¿Acaso no soy… lo suficientemente buena para ti? —Dijo con su voz un tanto quebrada sin soltar su rostro.
—Alice… —Edward bajó la mirada y tomó su antebrazo para poder quitar una de sus manos de sus mejillas. Pero en ese momento algo ocurrió.
Ese latido. Esa especie de corriente que le producía cuando tocaba a Isabella, ocurrió cuando tocó a Alice. O a lo mejor, el brazo de Alice era tan parecido en tamaño al de Bella que eso le hizo creer.
Luego, todo ocurrió en una fracción de segundos. La mente de Edward trabajaba así. Él lo pensó, más de una vez. Alice tenía la misma edad que Isabella. Alice era parecida a Isabella, al menos en lo físico. Alice lo quería. Pero por sobretodo, Alice no era su hermana. Y, Dios… Él… Él necesitaba descargarse en algo, con alguien. Lo pensó otra vez, pero no entendía en qué momento ya había tomado la decisión y ya se encontraba en una habitación de hotel, con Alice desnuda debajo de su cuerpo.
Dios, estaba actuando como gran imbécil. Como cualquier otro hombre. Estaba usando a Alice. Pero tenía que distraerse, tenía que dejar de pensar en Bella. Y si eso implicaba tener que obligarse a sí mismo a amar a Alice, lo haría. Porque no quería lastimar a… su hermana. No podía permitírselo a sí mismo. Ni siquiera una sola vez.

 ¡Holaaaaaaa a todas! ¡Ally's baaack! xD
Bien, antes que nada, les debo a TODAS unas disculpas... I'M SO SORRY por haberme ido tanto tiempo. :c Pero la Uni me está comiendo todo mi tiempo... .-. Okey, no daré vueltas e iré directo al grano. :B
Primero, esta historia está super adelantada en FFN (Fanfiction.Net), así que les dejaré los links de los caps que siguen a continuación para directamente los lean allí en mi cuenta. *inserte Ally-floja-de-actualizar-los-caps-de-esta-historia aquí* :B
Capitulo TresCapitulo CuatroCapitulo CincoCapitulo Seis | Y sigue en proceso... ;)
Esta historia será directamente actualizada en FFN, así estén atentas y síganla directamente allí. :) Claro que, si alguna le incomoda y quiere que la actualiza aquí en el blog, me avisa y veo cómo lo resuelvo. Soy floja, ya lo dije, pero no me dan ganas de actualizar esta historia aquí ya que el blog no es muy visitado. :c Pero repito, si alguna interesada quiere que lo siga aquí, me avisa. :)
Segundo, ¡hice una listado de mis historias AQUÍ! :D Para quienes les interese, allí encontrarán TODAS mis historias en PROCESO, OS's y en HIATUS. :]
Y por último... ¿Qué les pereció el cap? ¿Opiniones? ^-^~
Love ya' all.
Peace. Out.
Ally C-B.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Summary: "Siempre me gustaron los vampiros. En especial, desde que Twilight apareció. Pero nunca creí que existieran, aunque en mi profundo ser sí lo deseaba.
¿Alguna vez se han preguntado si tanto los Cullen como cualquiera de los vampiros mencionados en la saga realmente existen? Pues, yo sí. Y créanme que todo cambió cuando pude verlos realmente.
Sí, descubrí que los Cullen existen. Descubrí que los lobos también existen. Y como consecuencia, también descubrí que los Vulturi existen. Allí es donde comienza mi historia..."

2. Capitulo Uno
SUNSET
By Ally C-B
&.
Cerré mis ojos respirando profundamente, conteniéndome, cuando vi el ómnibus irse. Lo había perdido. Y por ello, llegaría tarde a mi trabajo. Otra vez. Hacía un mes que trabajaba en “Giorgy’s”, un bar de comida rápida, y esta sería mi cuarta llegada tarde. Genial.
Suspiré resignándome mientras me sentaba en el pequeño banco de la parada del ómnibus a esperar. El día no había comenzado bien, y por lo que notaba, tampoco cambiaría. Pero sabía que el problema lo tenía yo.
Me sentía angustiada, y al mismo tiempo, sentía una inmensa felicidad. ¿Por qué? Simplemente porque el final había llegado… El final de la saga que seguí con total fidelidad desde el comienzo terminó. Había sido duro aceptarlo, pero la vida continuaba, así que debía volver a la “normalidad”. Pero siempre estaría agradecida con la autora de la saga, Stephenie Meyer. A pesar que había sido la causante de mi alta expectativa en los hombres, le agradecía por tan hermosa historia de amor, amistad y valentía.
En fin, como había dicho, mi día no mejoró. Cuando llegué al trabajo, me regañaron por haber llegado tarde y me amenazaron con que si llegaba una vez más tarde, sería mi último día de trabajo.
—¿La cuarta vez en un mes? ¡Scarlett Hochner! —Me reprendió Lizy, una chica rubia, de 1.75 metros de altura. Toda una modelo, y por cierto, mi mejor amiga.
—De acuerdo, ¿qué querías que hiciera? ¿Qué lo corriera por detrás como loca desesperada?
—Eso hubiera sido divertido de ver… —Comentó con una sonrisa maliciosa en su rostro.  Bufé mientras continuaba limpiando el bar.
Por haber llegado tarde, mi adorado jefe me había puesto a limpiar todo el local, y hasta que no terminara, no podía irme a casa.
Lizy continuaba con su sermón de casi todos los días, regañándome por únicamente estar pendiente de mi adorada saga y gracias a ello olvidándome de mí alrededor, mientras yo iba y venía ordenando y limpiando.
Cuando dos personas entraron al bar unos minutos más tarde.
En el momento en que ellos cruzaron la puerta del local, supe algo iba a ocurrir. No solo por el aspecto de aquellos hombres, sino porque hasta el ambiente se sentía extraño.
Cuando Lizy se percató de aquellos hombres, se calló y automáticamente se fue detrás de la caja registradora en silencio. Yo me armé de valor respirando profundo y fui hasta la mesa en donde los extraños se habían sentado como si nada.
—¿Estás seguro que es ella? —Logré oír antes de que ambos se callaran cuando me vieron acercarme.
—Disculpen, pero ya está cerrado. —Uno de ellos me sonrió. Sentí un escalofrío recorrerme cuando vi sus blancos dientes, y sobre todo, sus puntudos colmillos.
Me reprendí a mi misma ante la idea de imaginarlo como un vampiro. Por más de que amara Twilight, sabía que nada era cierto. Lamentablemente.
—No te preocupes. No tardaremos demasiado… —Volvió a sonreír, y de a poco, comencé a sentir que todo perdía peso. Mi vista se nubló por completo y perdí la estabilidad de mi cuerpo.
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Gritos se oían a mí alrededor. Y de vez en cuando, sentía como si me pisaran o se tropezaran  conmigo. Un olor fuerte inundó mi nariz, logrando despertarme por completo. ¿Qué había pasado? No podía recordar nada, me sentía perdida.
Comencé a abrir mis ojos, y en ese momento, desee no haberlo hecho. Nunca.
Personas cubiertas de sangre corriendo desesperadas como si hubieran visto al diablo mismo. Otras, ya ni eran personas, sino cadáveres. El miedo me invadió. ¿Qué demonios ocurría? Miré a mí alrededor y como pude, me arrastré hasta detrás de una enorme columna que había al costado de aquel salón atestado de horror.
No entendía qué ocurría. ¿Por qué estaban masacrando personas de esa manera? ¿Cómo había llegado yo hasta allí? ¿Qué hacía yo en un lugar como ese? Recordé a Lizy en ese instante, y su regaño en el bar. Luego a aquellos hombres y…
Me quedé totalmente petrificada cuando vi a un hombre, del tamaño casi mayor al de un oso, tomar a una chica que corría, desesperada y con terror de él, y morder su cuello. No podía creer lo que mis ojos estaban viendo. La chica gritaba con fuerzas y dolor, pero él solo se mantenía prendido de su cuello. 
Mi respiración se aceleró. ¿Acaso él estaba...? No. No podía ser cierto. Él no podía estar... ¿bebiendo su sangre?
A los pocos minutos, la chica fue perdiendo voz y fuerzas. Ya había dejado de golpearlo intentando que la soltara. Él se alejó, dejando que su cuerpo cayera al suelo como si fuera nada. El pecho se me encogió cuando reconocí a la chica.
Lizy.
Tapé mi boca reprimiendo un grito de horror, pero no sirvió de nada. Aquel monstruo levantó su mirada dirigiéndola hacia mí, descubriendo mi escondite. Comencé a retroceder arrastrándome hasta que mi espalda chocó contra una pared, y entonces una sonrisa curvó su rostro. Solo parpadeé una vez y ya lo tenía parado frente a mí. Me tomó por el cuello levantándome sin dejar de sonreír. Mi corazón se aceleró aún más, no solo porque su mano apretaba con fuerza mi cuello, sino también porque en ese momento me percaté del color de sus ojos…
De un espeso y terrorífico escarlata.
Intenté quitar su mano de mi cuello, pero era inútil, y hasta yo misma sabía que lo sería. Cerré mis ojos repitiéndome en mi cabeza que esto tenía que ser un sueño, que no podía ser real. Volví a abrirlos y allí seguía, sonriéndome y observándome como si fuera un plato de comida. Mis pies ya no tocaban el suelo y era muy poco el aire que entraba y permanecía en mis pulmones.
En los ojos de aquel hombre, vi llegar mi final. El monstruo dijo algo, pero realmente no lo escuché. Todo a mí alrededor había comenzado a perder sentido, los sonidos eran lejanos y mi vista empezó a perder enfoque. Cerré los ojos otra vez, y me rendí.
¡Felix! —Oí muy a lo lejos, y sentí cómo todo volvía a caer sobre mí. El monstruo me había soltado y caí de bruces al suelo, tosiendo desesperada en busca de aire.
Levanté mi vista aún tosiendo, y allí estaba. Uno de los hombres del bar, solo que ahora traía puesto un traje negro y no llevaba lentes de sol, permitiéndome ver sus ojos profundamente rojos.
Ella no, Felix. —Dijo sin dejar de mirarme, pero yo apenas y escuchaba su voz. Volví a ver todo negro y sentí como si abandonara a mi propio cuerpo, otra vez.
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Todo era negro. Sentía como si flotara en la nada. No había gravedad, no había absolutamente nada a mí alrededor. Había mucha tranquilidad, mucha paz, y deseaba poder quedarme allí.
Pero toda esa paz empezó a desaparecer a medida que los recuerdos volvían a mi cabeza.
Los hombres del bar. Aquel lugar atestado de horror, uno que nunca creí posible. Lizy. El enorme hombre. Sus ojos
No. No podía ser cierto. Todo había sido un sueño, ¿verdad? Tenía que serlo. Los vampiros no existen…
“Los vampiros no existen.” Me repetí una y otra vez a mi misma antes de comenzar, lentamente, a abrir mis ojos.
Estaba recostada boca abajo sobre algo frío y duro, y a medida que iba abriendo los ojos, mi temor se iba haciendo realidad. Un grito se atascó en mi garganta y las lágrimas nublaron mi vista.
No estaba segura de cuántos, pero en el momento en que vi la montaña de cadáveres que estaba siendo apilada por hombres vestidos con capas negras en el centro de aquel salón, mi pecho dolió.
¿Por qué? ¿Quiénes eran esas personas? ¿Qué hacía yo en ese lugar? ¿Qué había hecho para merecer algo como eso?
“Los vampiros no existen.”
Me arrastré lo más silenciosa que pude en dirección a una enorme puerta, conteniendo aquel sollozo que quería escaparse. No tenía idea a donde me llevaría esa puerta. Si a la salida o hacia algún cuadro peor del que estaba presenciando en ese momento. Solo quería salir de allí.
—¿A dónde crees que vas?
Me paralicé sintiendo el pánico invadirme. No me atreví a mirar hacia arriba, no quería hacerlo. Sentí cómo me tomaron del cabello, obligándome a hacerlo. Pero una vez que lo hice, el tirón no cesó hasta que estuve en pie.
El dolor, no solo en el tirón sino también en todo mi cuerpo, estaba haciéndome perder el sentido de todo lo que me rodeaba.
Abrí mis ojos y como pude, hablé.
—¿Q-quién eres? —Pregunté entre medio de un gemido de dolor cuando me encontré con el mismo hombre del bar.
Él solo sonrió en respuesta. Pero esa sonrisa no mejoró nada, sino que empeoró mi pánico. Mis lágrimas caían por mis mejillas y no podía pararlas. ¿Qué iba a suceder ahora?
De pronto, el tirón en mi cabello cesó, pero sentí el duro y frío suelo chocar bruscamente contra mi espalda, haciendo que mi cabeza sintiera el doloroso impacto. Casi grité del dolor.
Pero aquel se atascó en mi garganta cuando sentí algo filoso acariciar la piel de mi cuello.
“Los vampiros no existen, ¿o sí?”
Abrí mis ojos, encontrándome con aquel tipo sobre mi cuerpo, y su frío aliento golpear contra mi cuello. Intenté golpearlo, quitarlo de encima empujándolo, pero era inútil. Y una vez más, yo sabía que lo era.
Con que tú creías que ya lo habías visto todo… Créeme, apenas estás comenzando a vivir, belleza. Me lo agradecerás. —No entendí lo que quiso decir, y tampoco tuve tiempo para intentar comprenderlo, ya que sentí aquello filoso rasgar la piel de mi cuello.
Comencé a sentir un insoportable peso sobre mi cuerpo que quemaba. El fuego tocaba cada extremidad de mi cuerpo, cada músculo, cada  hueso, cada órgano. ¡Dios, me estaba prendiendo fuego!
“Los vampiros… existen.”
De repente ya nada se podía distinguir a mí alrededor.
Mis ojos eran lagunas de un aguado escarlata y mis sentidos se agudizaban al punto de traspasarme.
Quise sostenerme, quise aferrarme a mi final.
Quise morir.
Quise desaparecer de una vez, antes que seguir agonizando de esta forma.
Sus labios fríos aún delineaban el tenso tendón de mi cuello.
Sentí… Sentí cómo sonreía en muecas definidas y ansiosas.
A medida que la ponzoña se expandía, él jugueteaba con la poca sangre pura que habitaba en mi organismo.
Quería beber, pero no de mí. Aceleraba el cambio. El dolor lo confirmaba. Dejaba entrar y salir una y otra vez mi sangre limpia, para que se infectara de una vez. 
Mis manos soltaron sus hombros y se aferraron al duro suelo, quebrándolo como si de tierra se tratase.
El calor me abrumaba y una intensa sensación me invitaba a relamerme ante la idea de calmar mi desesperante sed, con la tibia espesura de todas aquellas inocentes víctimas.
El tiempo corría y las sensaciones se multiplicaban a mil. Su succión era excitante y sus labios habían recobrado la suavidad de un beso humano.
Pero no lo era. Y yo tampoco.

Aló (?) Alguien por allí detrás de la pantalla (?) :B
Ok, lamento haberme tardado demasiado._. 
No daré excusas, así que solo diré que lo siento... (L)
Bien, ¿qué les pareció el cap? ¿Opiniones? ^-^
Love ya' all.
Peace. Out.
Ally C-B.
 
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