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domingo, 18 de noviembre de 2012


Mi segunda vida.
Summary: Cuando Edward dejó a Bella, lo hizo con la esperanza de que ella tuviera una humana y feliz vida… ¿Qué hubiera ocurrido si ella así lo hubiera planeado, a no ser por un minúsculo detalle?
Disclaimer: Nunca lo aclaro, pero no está demás hacerlo. Los personajes no son míos –I fucking wish- son de Meyer. La 'blasfemia' que están a punto de leer, sí es mía. XD


Cumpleaños
Bella POV
Una semana pasó desde aquel primer día de caza en compañía de Edward, y casi pareciera que todo fuera normal entre las dos familias y los lobos. Sin embargo, no lo era.
Los entrenamientos seguían, y ya estábamos en la etapa de que toda broma o distención era rápidamente eliminada del ambiente. Todos estábamos comenzando a sentir la adrenalina y los nervios de ver lo que nos jugábamos con esta batalla así que el tenor de todo aquello resultaba cada vez más serio y profundo.
Pero a pesar de ello, la calidez entre las parejas no había cambiado en lo absoluto. Con la tensión que había en el ambiente, cada pareja se las apañaba para relajarse y distraerse los momentos libres que teníamos. Pero algo que me había dejado completamente perpleja, fue que Edward y Jacob habían comenzado a llevarse bien. Al principio, Jacob lo culpaba de mi transformación. A pesar de qué el no me había convertido, Jake lo aborrecía por todo por lo que me había pasar y el día que me había visto junto con él y los Cullen, simplemente no le había gustado nada. Pero ahora, su mente había cambiado. Se llevaba bastante bien con todos los integrantes de la familia Cullen, aunque aún mantenía cierta distancia.
Nicole y Jaime cada vez estaban más fuertes. Pero aún me ponía incómoda el hecho de imaginarlos peleando de verdad frente a incontrolables neófitos.
—Tienes que confiar en ellos, Bells. —Me susurró Edward al oído mientras me abrazaba por la cintura desde atrás. Suspiré mientras los observaba cómo luchaban entre ellos entre bromas y risas. Ellos y Lena eran los únicos que durante los entrenamientos se divertían, los demás lo hacían completamente serios.
Un día daba paso al otro, una semana a la otra. Pronto y sin darme cuenta siquiera, estábamos entrando en aquel mes que tanto había aborrecido en mi vida humana y que tanto había odiado desde que él me había abandonado. Septiembre.
1º de Septiembre, y mi pesadilla comenzaba.
Nicole y Alice se habían claramente confabulado para organizar aquella fiesta en esa fecha innombrable para mí. Mi cumpleaños.
Ya no sabía cómo demonios decirles que esa no era una fecha de celebración para mí. Sus oídos se negaban a aceptar mis necedades -como solían decirme-. Así que frustrada y resignada me dedicaba a refunfuñar cada vez que podía. Me sentía traicionada por todos, bufé.
—No puedes tomártelo de esa forma, Bella. —Dijo Carmen mientras iba de un lado a otro en la cocina preparando la cena para los lobos.
—Simplemente, no le veo el sentido. —Refunfuñé mientras me sentaba sobre la mesada. —Se supone que se festeja el hecho de que uno está envejeciendo. Y yo ya no lo hago.
—Lo sé, cariño. —Dijo mi madre adoptiva dirigiéndose a donde estaba y colocó una de sus manos en mi mejilla mientras me sonreía amable y pacientemente. —Solo dales la oportunidad de distraer a todos un poco de lo que se nos avecina. —Suspiré resignada y asentí.
—Siempre logras manipularme… —Protesté divertida. Ella rió mientras me abrazaba y depositaba un dulce beso en mi cabeza. De repente, se quedó callada sin soltar el abrazo.
—Sabes que te quiero como si realmente fueras mi hija, ¿no? —Preguntó abrazándome con un poco más de fuerza. Sus palabras me sorprendieron. No por lo que había dicho, sino por la forma en que lo dijo. No podía ver su rostro, pero su voz resquebrajada daba indicio a que pronto llegaría el sollozo.
Le devolví el abrazo respirando profundo. Sabía por qué se sentía de esa forma. Se acercaba la fecha de la batalla y aún no sabíamos qué era lo que iba a ocurrir, si ganaríamos o perderíamos. Y comprendía su dolor. La familia que tanto le había costado conformar podía llegar a disolverse, y eso era lo que más le preocupaba. El tan solo perder a uno solo de sus hijos adoptivos, la destrozaría.
Carmen comenzó a sollozar en mis brazos y yo contuve los míos. —Yo también te quiero, mamá. —Le dije como pude sin dejar de abrazarla.
.
.
.
Finalmente, el día 13 de Septiembre había llegado. Y con ello, la gran fiesta de Alice y Nicky. No protesté ante todo lo que habían organizado, más bien agradecí con una sonrisa a todos. Luego de mi charla con Carmen, había decidido tomarlo con calma. Las familias y los lobos necesitaban un día de descanso por lo menos.
Agradecí cada regalo, a pesar de no estar en acuerdo con algunos que eran demasiado caros. Agradecí el de Jacob, que había sido una pulsera con un lobo tallado en madera. Agradecí el de mis hermanos, un recuadro de los tres juntos. Agradecí el de Jasper y Alice, el de Rose y Emmet, el de Sophy y Josh. También por supuesto el de mis padres y el de Esme y Carlisle.
El regalo de Edward, estaba a punto de conocerlo.
Edward, ¿puedes decirme ya a dónde vamos? —Le pregunté ansiosa.
Él había insistido que esa noche saliéramos juntos, solos, sin familias ni amigos licántropos que interrumpieran. Yo acepté sin saber la condición de Edward, que resultó ser que no supiera nada, ni intentara averiguarlo, ya que sería una sorpresa de cumpleaños.
Sabes que odio las sorpresas… Protesté.
Escuché su risa divertida. Resiste, ya llegamos. Dijo en mi oído con diversión.
Edward me tenía cargando en forma nupcial en sus brazos y tenía una venda negra en mis ojos, puesta a pedido y súplica de él. La curiosidad me carcomía por dentro. ¿A dónde íbamos? ¿Cuál era el tan esperado regalo?
La respuesta a esa pregunta la obtuve cuando Edward dejó de correr y me devolvió al suelo. Se posicionó detrás de mí, para poder desatar el lazo, y me dio un delicado beso en el cuello provocando que me estremeciera.
¿Lista? Preguntó ansioso. Asentí y él soltó la venda de mis ojos.
Mi respiración innecesaria se cortó ante lo que tenía frente a mis ojos. Una hermosa cabaña de madera construida sobre árboles estaba a solo unos pasos de mí.
¿Te gusta? Me preguntó Edward abrazándome por atrás. Me giré y lo abracé por el cuello con fuerzas.
Es perfecta. Dije alejándome para besarlo con dulzura. Él me correspondió sin dudarlo y sonriente.
¿Te parece si la investigamos por dentro? Preguntó cortando con el beso. Sonreí asintiendo mientras, tomados de las manos, entrábamos en aquel bello lugar.
Por dentro, era hermosa. En las paredes había fotos con mi familia, con los Cullen y hasta con los licántropos. Sonreí por ello. Todo era perfecto, hasta en los más insignificantes detalles. Pude notar tanto los gustos de Esme como los de Carmen, y eso me agradó.
Esto es… hermoso. Dije fascinada mirando a todo mi alrededor.
Aún falta más… Dijo sonriendo divertido y tomando mi mano.
Edward me llevó hacia una habitación, la cual tenía la puerta cerrada. Me dio un corto y dulce beso en los labios antes de abrir la puerta. La respiración, se me cortó otra vez ante la hermosa imagen que tenía delante de mí.
En la habitación había una cama de dos plazas, donde encima y a todo su alrededor yacían pétalos de rosas esparcidas y muchas velas que decoraban el cuarto y daban un toque de calidez a la noche, aparte de la luz de la luna que entraba por las ventanas que estaban abiertas. Todo era hermoso, y romántico. Muy al estilo de mi Edward.
Él me abrazó por la cintura desde atrás mientras yo me encontraba atónita viendo todo. Si hubiera sido humana, hubiera llorado de felicidad, pero simplemente lleve mis manos a mi boca de la emoción y observé todo con adoración.
Feliz cumpleaños, mi amor, Susurró en mi oído antes de que me girara hacia él. Lo bese con el mayor amor que podía demostrarle. Él me correspondió de la misma forma, haciéndome sentir la mujer más afortunada de todo el mundo por tenerlo.
De pronto, una canción comenzó a sonar y sonreí más que contenta. Edward me devolvió la sonrisa mientras pegaba su frente sobre la mía y comenzaba a moverse de un lado a otro, lento, y sin soltarme. Entendí lo que quería, así que lo seguí sin soltarlo y sin alejarme un milímetro. Él sonrió más aún, satisfecho.
—No tenías por qué molestarte con todo esto… —Dije mirándolo a los ojos.
—Esto es nada a comparación de todo lo que mereces, Bella. —Me dijo algo molesto mirándome serio. Le sonreí sacudiendo mi cabeza antes de besar su nariz, haciendo que volviera a sonreír.
Los minutos, o quizás horas, pasaban mientras Edward y yo bailábamos en silencio, dejándonos llevar por esa hermosa melodía. Ambos estábamos con los ojos cerrados, disfrutando de aquel hermoso y mágico momento.
¿Recuerdas nuestro primer baile en la graduación? Preguntó de repente, mientras acariciaba mi espalda. Suspiré ensoñadoramente antes de contestarle.
¿Cómo podría olvidarlo? Fue uno de los momentos más mágicos que vivimos juntos cuando era humana… Contesté mientras lo recordaba con una sonrisa y abría mis ojos.
Me encontré con la profunda mirada de Edward, que también sonreía. Su mirada reflejaba un sincero amor mezclado con un intenso deseo, provocando que mis piernas temblaran con solo una mirada.
No es suficiente la frase “Te amo” para decirte todo lo que siento por ti. —Sonreí sintiéndome más que feliz.
Te amo tanto… Contesté como pude antes de que me Edward besara con desesperación.
La balada seguía sonando mientras Edward me besaba profundamente. Demostrándome con cada caricia de nuestros labios todo el deseo que sentía por mí. ¿Cómo aguantaría todo ese deseo si yo fuera humana? Era imposible, no encontraba respuesta.
Luego de ese profundo e interminable beso, Edward pegó su frente sobre la mía, respirando aceleradamente, al igual que yo.
Bella… Susurró con la voz ronca. Abrí mis ojos para encontrarme con esos ojos negros de Edward, llenos de deseo. Mi autocontrol flaquea… Dijo cerrando sus ojos, al mismo tiempo en que yo lo hacía.
Me molesté un poco. ¿Quién le había pedido que su estúpido autocontrol se metiera en esto? ¿Por qué se controlaba? Yo quería pertenecerle, quería ser suya.
¿Edward? Le llamé con la voz entrecortada. Él suspiró jadeante antes de contestarme.
¿Sí?
Te necesito…
Un gruñido salió de sus labios antes de tomarme y sentir la suavidad de las sábanas y de los pétalos debajo de mi espalda desnuda. Luego nos fundimos en beso, lleno de más amor que cualquier otro.
Esa noche, fue la mejor noche de toda mi existencia. Inclusive la mejor de todas las noches que pasé como humana.
No existían palabras para describir lo perfecta que fue. Ni siquiera para describir todo el amor que nos demostramos con cada caricia y cada beso.
Jamás la olvidaría.


Otra vez, Ally reportándose. :B
Aquí les dejo el taaaaaaaaaaan esperado cap. *-*
Sé que muchas querrán matarme por no escribir lemmon, pero prometo que al final escribiré un OS con el lemmon de esta parte. Pero si alguna se ofrece a hacerlo porque quiere hacerlo YA, hablen conmigo y arreglamos. ;D
¿Qué les pareció el cap? ¿Opiniones? :]
Love ya' all!! <3
Peace. Out.
Ally C-B.


Summary: "Siempre me gustaron los vampiros. En especial, desde que Twilight apareció. Pero nunca creí que existieran, aunque en mi profundo ser sí lo deseaba.
¿Alguna vez se han preguntado si tanto los Cullen como cualquiera de los vampiros mencionados en la saga realmente existen? Pues, yo sí. Y créanme que todo cambió cuando pude verlos realmente.
Sí, descubrí que los Cullen existen. Descubrí que los lobos también existen. Y como consecuencia, también descubrí que los Vulturi existen. Allí es donde comienza mi historia..."

1. Prefacio
SUNSET
By Ally C-B
&.
Aquel vampiro se acercó firme, pero con algo de titubeo en su andar, con otros dos vampiros a sus costados. No podía ver su rostro, y mucho menos lo que a mí más me interesaba: sus ojos. El hombre se detuvo a varios metros. En ese momento, Aro se giró a mí con esa sonrisa que, a pesar de estar muerta, hacía que los bellos se me erizaran.
—Por favor, acércate, querida.
No lo dudé y me acerqué de la misma forma que aquel vampiro desconocido lo había hecho.
—Mi querida Scarlett… —Temblé al oír mi nombre completo. —Te presento al vampiro que desde hace tiempo deseas conocer. —Dijo con esa falsa amabilidad de siempre. —Carlisle, te presento a la nueva integrante de mi guardia.
En el momento en que el vampiro alzó su mirada y sus ojos se encontraron con los míos, sentí como si algo pesado me hubiera caído encima. Como si fuera humana y me hubieran tirado un balde de agua fría. Y sentí la desesperación comenzar a llenarme.
Ese vampiro no podía ser Carlisle Cullen. No era como Stephenie Meyer lo había descrito, y mucho menos como lo habían representado en las películas. Pero lo que más me desesperaba, eran sus ojos escarlata. Porque eso solo podía significar una cosa…
No existía salida a la sed. Tendría que beber sangre humana. Sería un monstruo.
—Un monstruo no, mi querida… —Dijo Aro colocándose frente a mí. No me había percatado de que él había tomado mi mano segundos antes, sabiendo de esa forma todo lo que había pensado.
—Ésta es tu naturaleza, mi bella Scarlett.
Quité mi mano de entre las suyas con brusquedad, y todos se pusieron en posición de ataque. No me importó.
—Una naturaleza que yo no elegí… —Le escupí entre gruñidos antes de salir a zancadas hasta el portón de entrada al salón. Me negaba a aceptarlo. Tenía que haber otra manera de alimentarme. No podía masacrar humanos como si fueran nada. Tenía que existir otra forma.
E iba a encontrarla.
Ese fue mi último pensamiento antes de que mi vista se nublara por completo y sentir un agonizante dolor en el cuerpo que no me permitió continuar.


Hello people!!  :D I know, I know... Algunas desean golpearme por no actualizar nada._.
La cuestión es que este año ha sido uno de los más complicados que tuve en la Uni. Y decidí intentar que al menos no me fuera tan mal, y por ello había dejado de escribir... Pero ya pronto terminan las clases, así que tendré todo el tiempo que quiera para escribir y actualizar! :D
Bueno, la idea de este nuevo fic surgió cuando fui a ver Breaking Dawn - Part 2, la cual fue IMPRESIONANTE E INOLVIDABLE. <3 
Espero que me sigan queriendo (?) y sigan dándome oportunidades... <3 ._.
¿Qué les pareció? ¿Les gusta esta nueva historia? :]
Love ya' all. 
Peace. Out.
Ally C-B.

sábado, 29 de septiembre de 2012


Summary: MINIFIC. "—¿Por qué, Edward? —Susurró ella dejando que las lágrimas se escaparan de sus ojos. —Porque no puedo evitar amarte, sin importarme que seas… que seas…—Repitió el cobrizo dejando que a él también se le escaparan lágrimas. —Que seas mi hermana…". Bella/Edward. Rating: M.
Advertencia: Bien, ésta historia contiene lenguaje adulto, pero aún no sé si habrá lemmon. :B Pero denle una oportunidad, y lean. ;D Prometo no decepcionarlas (?) C:
N/A: POR FAVOR, LEER NOTA AL FINAL. Gracias. C: ¡Enjoy en cap!


1. Capitulo Uno.
Forbidden Love
By Ally C-B
&.
Tres estudiantes caminaban en dirección a su Instituto, cuando el sonido del tren se oyó a lo lejos entremedio de esas risas que por poco lo dejaban sordo. El hecho era que no le molestaban las risas -y menos las que provenían específicamente de ella-, lo que en realidad le molestaba, era que eran a causa de él. Bromas, y exclusivamente hechas por su propia hermana.
—Juro que cuando vi su cara no pude evitar no reírme. ¡Se puso pálido! —Alice, la mejor amiga de Bella, reía animadamente mientras la castaña contaba lo que había ocurrido entre risas. —Y le dije: "Edward, no es como si nunca te hubiera visto desnudo… Nos desarrollamos en el mismo estómago antes de nacer, y que yo sepa, no estábamos vestidos". —Ambas muchachas reían a carcajadas. Edward solo bufó.
—Y esa fue la respuesta más estúpida que he oído en mi vida, Isabella. —Protestó el cobrizo algo molesto. —Todo gracias a que no tocas la puerta antes de entrar al baño.
—Ya, Edward, no chilles. —Dijo la castaña desacelerando el paso y quedando al lado de su hermano. Ella lo miraba divertida, y él solo tenía su expresión seria de siempre. —De todas formas, no estabas desnudo. Solo no tenías puesta tu camiseta…
—Aún así, ya te he dicho millones de veces que toques la puerta antes de entrar en cualquier habitación.
—Okey, no exageres. No fue para tanto… —Dijo antes de volver al lado de su mejor amiga que estaba por delante entre risas.
Edward odiaba las bromas. A sus ya 17 años, se tomaba la vida muy en serio. No tenía tiempo para ir "volando en las nubes" como Bella lo hacía, y eso que tenían la misma edad.
A tan solo una cuadra del Instituto, se oyó el timbre que sonaba como advertencia antes del que anunciaba la entrada.
—¡OH! ¡Edward, date prisa o llegaremos tarde! —Exclamó Bella antes de salir corriendo con Alice, alias "la pequeña duende".
—Claro, ¿y de quién crees que es la culpa? —Dijo Edward por lo bajo antes de salir corriendo detrás de ellas.
Una vez que llegaron, se dirigieron rápido a sus casilleros en busca de los libros que necesitarían en sus próximas horas de clase.
—Demonios. —Soltó Bella cuando el timbre de entrada sonó. —Rápido, Alice. O si no llegaremos tarde a clases, otra vez.
—Si no te hubieras tardado en tomar tu desayuno, no estaríamos aquí a esta hora para empezar. —Protestó Edward.
—¡Lo siento!
—Buenos días, señor gruñón. —Saludó Jasper refiriéndose como gruñón a Edward, su mejor amigo desde que tenían memoria. —Qué lindo, ustedes tan amigables como siempre. —El cobrizo revolea los ojos ante el sarcasmo de Jasper.
—Hola, Jasper. —Lo saludó Bella con una sonrisa antes de salir corriendo con Alice hacia sus correspondientes clases. Pero a tan solo unos pasos realizados, se detuvo y se giró a su hermano. —Edward, me pasas luego tus apuntes. ¡Gracias! —Gritó mientras salía corriendo a encontrarse nuevamente con Alice, que la esperaba a unos pocos pasos adelante.
—Okey. —Dijo Edward en un suspiro viéndola irse corriendo.
—Es impresionante la diferencia. —Comentó Jasper antes de seguir acomodando sus libros en su casillero junto al de Edward.
El cobrizo lo miró confundido. —¿A qué te refieres? —Jasper sonrió de lado.
—A pesar de ser mellizos, no tienen nada parecido ni en común. Salvo sus padres…
Mellizos. Con solo oír esa palabra, Edward sentía nauseas. ¿Por qué? ¿Por qué Dios lo castigaba de esa forma? El sentir amor por un hermano, en este caso hermana, era normal. Pero el amor que Edward sentía por Bella… Ese amor no estaba permitido. Era… era enfermizo. Un amor inaceptable en la sociedad. Un amor prohibido
Si había algo que Edward odiaba con toda su alma y todo su corazón, era el ser hermano de Isabella. Porque eso le impedía amarla como ella se lo merecía. Le impedía el poder gritar a los cuatro vientos cuánto la deseaba, cuánto la quería. Le impedía el poder besarla frente a todos y demostrar, de esa forma, que ella le pertenecía. Le impedía el poder confesarle el amor que sentía por ella. Pero, y por sobretodo, le impedía ser feliz.
Sí, un pensamiento egoísta, pero no era fácil para Edward el tener que evitarla lo más que pudiese, porque a veces con solo una mirada de ella, un encuentro de sus ojos marrones que irradiaban calidez con los verdes suyos que solo expresaban frialdad, lo tentaba a mandar al demonio a todos y perderse en su calor. No era fácil el no poder acercarse y abrazarla cuando la veía llorar, cuestión que lo hacía sentir como si rasguñaran su propio corazón, para consolarla, porque con un solo toque de sus pieles, lo tentaba a olvidarse de todo y amarla como se lo merecía. No era fácil dormir en las noches sabiendo que en esa misma habitación, aquella persona que más deseas, duerme en la cama de debajo de la cucheta.
Cada día, cada hora, cada minuto que Edward pasaba junto a Bella, era una tortura. Él deseaba poder demostrarle el verdadero amor que sentía por ella, pero sabía que no era correcto. No estaba bien a los ojos de la sociedad.
"Maldita sociedad…", pensó Edward mientras volvía su mirada a Bella y la observaba correr entre risas.
Ella era tan hermosa, tan angelical, tan perfecta, tan… ella. Y él sabía que si le expresaba sus sentimientos, la que más sufriría en toda esa historia, sería ella. ¿Por qué? La respuesta era simple…
—¿Estás seguro, Edward? —Preguntó la directora bastante sorprendida por la petición del mejor alumno de la Institución. Edward asintió desde su lugar, sentado en la silla frente al escritorio de la directora Copper.
Ya casi el día completo estaba por terminar, y ese había sido el momento justo para conversar con ella sobre lo que Edward quería, o más bien estaba obligado a hacer -por sí mismo-, para su futuro. Ese era el último año antes de entrar a la Universidad.
—Edward, el ingreso a una Universidad en el exterior es complicado. Si bien, ambos sabemos que yo tengo lo contactos para hacerlo y ofrecí la realización de un examen para aprobar el intercambio, ¿estás seguro que esto es lo que quieres? —Volvió a preguntar completamente sorprendida la directora.
—Sí, Sra. Copper. Estoy seguro. ¿Es que acaso usted duda de mi nivel de conocimiento? —Preguntó Edward aparentando ofensa. Tenía que hacerlo. Tenía que aparentar que quería eso, que quería irse sin importarle nada más que su futuro académico.
Tenía que aparentar, por más que su corazón le hiciera sentir que luego se arrepentiría. Por más que su cabeza en ese momento le trajera la imagen de Bella y ya la extrañara a pesar de que aún no se había ido. Pero tenía que aparentar…
—Por favor, Edward. Eres el mejor estudiante que esta Institución tiene. Por supuesto que no dudo de ti. Solo me extraña… —Edward frunció el ceño al ver que la directora se detuvo.
—¿Sí? —Insistió.
La directora apoyó sus antebrazos sobre el escritorio mientras entrelazaba sus dedos y observaba a Edward.
—¿No piensas en que tu hermana te extrañará? Ustedes son mellizos, ¿cierto? ¿No crees que le dolerá el verte partir? —Edward la observó sorprendido. Su respiración se aceleró un poco y bajó su mirada.
Él tuvo que hacer su corazón de piedra antes de decir: —En algún momento debemos separarnos. ¿Cuál es la diferencia de ahora con un par de años más?
La Sra. Copper suspiró mientras se alejaba recostándose un poco sobre el asiento, observando al chico que miraba sus manos sobre su regazo. Pero lo que no podía observar era cómo éstas estaban cerradas en puños y temblaban ligeramente, como si él estuviera conteniendo algo.
—De acuerdo, te daré un par de días para que lo pienses claramente. —Edward levantó la vista sorprendido. —El examen es el viernes. Si lo tienes decidido y quieres el intercambio, ven a hacer el examen. No lo tienes asegurado, ya que sería injusto para tus compañeros que tu poseas ventaja por ser quien eres.
El cobrizo asintió antes de ponerse en pie. Aún le faltaba una cosa por decir.
—Muchas gracias, directora Copper. —La mujer asintió. —Solo… me gustaría pedirle una cosa más.
La señora con aspecto de cincuenta y tantos lo miró atentamente a través de sus anteojos.
—Ésta es una decisión que yo he estado meditando hace tiempo, por lo que mi familia aún no lo sabe. Me gustaría que quedara aquí entre nosotros hasta saber el resultado de los exámenes.
Ella lo observó fijamente y sorprendida, ya que hablaba como si su decisión ya estuviera tomada. Aún así, tenía esperanzas en que el chico cambiara su forma de pensar. No por egoísta, sino porque ella tenía a su hijo mayor en una Universidad de intercambio, lejos, y sabía lo que sentía.
La mujer suspiró y asintió. —Puedes confiar en que esto no se hablará fuera de estas cuatro paredes.
—Gracias, directora. —Dijo Edward por último antes de salir de la oficina.
El timbre del final del sonó justo cuando él salía de allí suspirando y algo tenso.
—¡Edward! —Aquella voz logró calmarlo por completo. Bella tenía tanta influencia en él, que si ella le pidiera que le bajara la luna, él lo haría. Solo por ella. —¿Ya has terminado la reunión? —Preguntó la castaña mientras él la observaba perdido en cada una de sus facciones y en su preciosa sonrisa.
Edward sacudió la cabeza volviendo en sí al darse cuenta que ella esperaba una respuesta. —S-sí.
—Qué bien. ¿Volvemos juntos a casa?
En ese momento, todo ocurrió muy rápido.
Bella se acercó, tomando el brazo de Edward entre sus manos, en un acto de cariño. Y él sintió un latido rápido y profundo que logró ensordecerlo por unos momentos y tensar todo su cuerpo, en especial allí, donde ella lo tocaba.
"No…", pensó antes sacudir con fuerza su brazo haciendo que ella retrocediera apenas un par de pasos, pero dejándola lo suficientemente sorprendida.
Pero ella no podía tocarlo. No podía acercársele de esa forma, tan confiada. ¿Es que acaso no se daba cuenta de que un simple y sencillo acto lograría flaquear el poco autocontrol que el cobrizo poseía? Edward sabía que si perdía el control, que si él le confesaba absolutamente todo lo que sentía de una buena vez, todo cambiaría. Y ella sufriría. Sus padres sufrirían. Porque ése no era un amor aceptable. Ni para la sociedad, y mucho menos a los ojos de Dios.
Cuando Edward volvió en sí, se dio cuenta de su acción. De la bruteza con la que la había empujado, y la culpa lo llenó. Vio en los ojos chocolates de ella la sorpresa y duda, y no lo soportó. Por lo que solo bajó su mirada llena de culpa y dijo:
—Deja de perseguirme todo el día. —Aunque, la realidad era que él amaba que ella siempre estuviera pendiente de él. Era como un acto inconsciente por parte de ella en demostrarle que había, que existía, un sentimiento oculto. Pero él intentaba rechazar ese sentimiento y pensamiento. Podía ser, como también no, cierto.
Su expresión había sido seria y algo molesta, aunque claro, solo fingía. Porque por dentro, no sentía más que culpa y ganas de abrazarla y rogarle su perdón.
Edward suspiró ante el silencio de ella y comenzó a caminar. Cuando un delicado "lo siento", casi pronunciado en un susurro, se escuchó y él sintió que se derrumbaba ante esa voz algo resquebrajada y arrepentida que quedaba atrás a medida que él avanzaba en su caminar por el pasillo.


¡Holó a todas! :D
Primero que nada, MUCHÍSIMAS GRACIAS a todas por la oportunidad que me están dando con este fic. Agradezco cada review, cada MP, cada palabra de aliento. Fue una semana un tanto difícil, por lo que leer cada review me dieron ánimos y fuerzas. ^^
Segundo, tengo que aclarar lo del MANGA. :B Este fic es una adaptación de un MANGA (que tiene otro nombre que no se dirá hasta el final de este MINIFIC). Muchas se han confundido con un libro que se llama "Forbidden", el cual, también trata de una relación entre hermanos. Déjenme aclararles, OTRA VEZ, que éste fic es una adaptación MANGA, aunque la narración y eso, sí me pertenecen así como el nombre del fic. :]
Tercero, -y esto lo aclaro más por un sentimiento mío- cuando en la Intro mencioné lo de "OTAKUS", no lo hice con la intensión de ofender a NADIE. Solo lo dije porque yo SOY orgullosamente otaku, y como he charlado con muchas de mis lectoras, se que un gran porcentaje lo son, por lo que me pareció una simple frase de complicidad or something like that. ;B Sepan que no quise ofender a nadie, y si lo hice, MIL DISCULPAS. :]
Y cuarto, mis fechas de actualización. ^^ Como fueron desde un comienzo, actualizaré los fines de semana -entre viernes y domingo- y los días Miércoles con suerte. :B Pero éste fic, tendrá como fecha definitiva los fines de semana (a no ser que no logre poder actualizar, que en ese caso serán los Miércoles). :D
Bien, creo que esas son todas las aclaraciones que tenía para hacer. ^^
Pero ahora, necesito lo más importante para mí: SUS OPINIONES. :D ¿Qué les pareció el cap? ¿Les va gustando? :I
Love ya' all. (L)
Peace. Out.
Ally C-B.

Summary:¿Por qué, Edward? —Susurró ella dejando que las lágrimas se escaparan de sus ojos. —Porque no puedo evitar amarte, sin importarme que seas… que seas…—Repitió el cobrizo dejando que a él también se le escaparan lágrimas. —Que seas mi hermana…”. Bella/Edward. Rating: M.

Introducción
Forbidden Love
By Ally C-B
&.
Dos niños jugaban en el parque que había al frente de una Iglesia, bajo las atentas y divertidas miradas de sus padres.
La niña era menudita, de cabello color castaño con unos hermosos reflejos rojos que únicamente se distinguían a la luz del sol, sus ojos eran de un profundo color chocolate y su cara, en forma de corazón, hacía que su pequeña y sincera sonrisa fuera deslumbrante.
El niño era un poco más alto que ella, su cabello de un extraño color cobrizo, sus ojos color esmeralda y su compradora sonrisa torcida, lo hacían el niño más guapo que jamás se haya visto.
Cualquiera que los observara, no dudaría en que esa pequeña parejita de niños eran hermanos. El parecido era extraordinariamente hermoso, y no específicamente en lo físico. En este último aspecto, ellos eran distintos; pero en su personalidad, en su forma de pensar y de ver el mundo a pesar de ser niños, ellos eran iguales. Se podría decir que hasta mellizos, y eso era exactamente lo que eran.
Distintos por fuera, parecidos por dentro.
Aunque, el pequeño Eddie -como su madre llamaba al niño de nombre Edward- siempre recalcaba que él era el mayor ya que había nacido primero. Bella, el diminutivo del nombre de la niña Isabella, no le daba importancia. Ella se conformaba con tener a Edward como el mejor hermano del mundo.
—Toma. —Le dijo el pequeño Eddie a Bella colocándole una pequeña ‘diadema’ que había hecho con las flores.
La niña rió animada. —¡Qué bonito! —Dijo ella levantándose y corriendo a su madre. —¡Mami, mami! ¡Mira la que Edward me regaló!
—¡Es precioso! —Exclamó Esme, la madre de los niños, sonriendo mientras Carlisle, el padre, sonrió ampliamente. —Pareces una hermosa princesa…
El pequeño Edward, al escuchar las palabras de su madre, se levantó y corrió hacia su familia algo molesto.
—¡No! Ella no es una princesa… —Protestó cruzándose de brazos. —Es una novia. Cuando sea mayor, me casaré con ella. —Ambos padres no pudieron evitarlo y se lanzaron a reír animadamente.
Era tanto el cariño que se tenían los mellizos Edward y Bella, que nunca nadie imaginó que todo cambiaría. Que ese amor de hermanos, con el tiempo, se volvería un amor de pareja.
Un amor prohibido
Porque nunca nadie aceptaría una relación así, en la sociedad no estaba bien vista, y solo se podía llamarlo de una manera:
Incesto.
Y Edward se negaba a llamar a ese hermoso amor que lo llenaba de esa manera tan vulgar. Ese precioso sentimiento no se debía llamarlo de una manera tan irrespetuosamente cruel como aquella.
Pero él sabía que no debía… Él sabía, desde un principio, que no debía mirarla con otros ojos que no fueran de un hermano mayor. Pero simplemente, no podía.
Le costaba asimilarlo, pero la amaba.
Le costaba pensarlo, pero la deseaba.
Le costaría su vida, pero a pesar de ello, él estaba dispuesto darla con tal de que ella le permitiera ser feliz a su lado.
Pero no debía…
Ya nada era como cuando eran niños. Ambos, con sus 17 años, ya eran lo suficientemente maduros como para tomar una decisión.
¿Deberían seguir sus sentimientos a pesar de ser de una misma sangre?

¡Hooooooooooooooooooooola mi gente! (L) :D ¡Tanto tiempo! :c
Bien, primero que nada, sí lo sé, el cap es corto. -.- Pero es que cuando escribía quería llegar rápido al cap uno, estaba inspirada ese día... :B
A todas las OTAKUS presentes, sí, ésta es la adaptación que ustedes piensan. ;D -Hablamos por privado con respecto a ese tema-. ;] Pero sí, PARA TODAS, este fic será la adaptación de un manga-anime. Aún así, lo relatado y en la forma en que será hecho, ME PERTENECE. c:
Okey, that's all my girls... (L)
¿Qué les pereció el cap? ¿Opiniones?
Love ya' all.
Peace. Out.
Ally C-B.

martes, 3 de julio de 2012

Mi segunda vida.
Summary: Cuando Edward dejó a Bella, lo hizo con la esperanza de que ella tuviera una humana y feliz vida… ¿Qué hubiera ocurrido si ella así lo hubiera planeado, a no ser por un minúsculo detalle?
Disclaimer: -Nunca lo aclaro, pero no está demás hacerlo-. Los personajes no son míos –I fucking wish- son de Meyer. La 'blasfemia' que están a punto de leer, sí es mía. XD


La primera caza
Bella POV

Nos detuvimos en seco cuando llegamos a orillas del río al cual yo muchas veces visitaba para aclarar mis pensamientos. Giré mi rostro a él, y lo miré confundida.
—¿Nadaremos? —Edward sonrió divertido antes de negar con la cabeza.
—¿Y estropear tu hermoso atuendo? Claro que no. —Me guiñó un ojo divertido, a lo que yo respondí con una media sonrisa. Si hubiera sido humana, mi corazón hubiera sufrido un lapso ante sus palabras, y de seguro, mi rostro habría sido de una tonalidad profunda de rojo.
—Saltaremos… —Dijo con diversión mientras retrocedía unos tres pasos. Reí sin poder evitarlo mientras me cruzaba de brazos sacudiendo la cabeza.
—Tú primero. —Dije con un eje de inseguridad escondida entre mis risas y la estúpida sonrisa que no se iba de mi rostro mientras lo observaba retroceder.
Edward volvió a guiñarme un ojo desde su posición antes de correr sobre sus pasos y tomar impulso desde una piedra a orillas del río, saltando hacia el otro lado de forma perfectamente elegante y deslumbrante. Su cuerpo se perdió entre los árboles del otro lado del río.
Suspiré embelesada mordiéndome el labio inferior. ¿Acaso nunca dejaría de ser tan perfecto, ni siquiera al momento de saltar una enorme extensión de río? No, claro que no. Él seguía siendo Edward Cullen.
Sacudí mi cabeza volviendo a la realidad al escuchar su socarrona y divertida risa.
—Fanfarrón. —Musité sonriente mientras retrocedía unos cinco pasos.
Oí la confusión de Edward en sus pensamientos por mi acción, a lo que solo solté una seca y corta risa antes de respirar profundo y lanzarme a correr.
Al igual que Edward, tomé impulso de aquella piedra que yacía perfectamente encajada a orillas del río, y salté alto. Quizás… demasiado alto para lo debido y conveniente. Por lo que cuando visualicé, en menos de una milésima de segundo, la figura de Edward parado debajo de mí, logré tomarme de una de las ramas del árbol que había a su lado, y comencé a deslizarme hacia abajo hasta que mis pies tocaron el suelo, a unos pocos centímetros de donde Edward estaba parado.
Cuando llegué al suelo, bufé al verme cubierta de tierra, e intenté quitármela bajo su atenta mirada. Al ver que no había caso, me paré derecha y comprobé su mirada atónita puesta en mí.
—¿Qué? —Pregunté encogiéndome de hombros.
—Bella… —Murmuró Edward sorprendido antes de respirar profundamente, mientras me miraba con los ojos oscurecidos, y con un extraño brillo en ellos que no podía definir de qué se trataba. —Eso ha sido…
—Oh. Mi. Dios. —Ambos nos volteamos al escuchar aquella cantarina voz. Alice y Jasper estaban sentados sobre una rama en lo alto de un árbol, y una resplandeciente sonrisa estaba plasmada en sus rostros.
—Bella… ¡Eso ha sido hermosamente elegante! —Chilló una Alice sonriente mientras bajaba del árbol, seguida obviamente por Jasper.
—Quizás, demasiado elegante si es de Bella Swan de quien estamos hablando… —Jasper me guiñó un ojo mientras su sonrisa divertida y bromista se asomaba por un costado de sus labios.
Lo miré divertida alzando una ceja mientras Alice reía animada. Edward solo bufó cruzándose de brazos ante el comentario “ofensivo”, según sus pensamientos, de Jasper hacia mí.
—Tranquilo, Edward. Solo fue una broma… —Dijo Jasper en dirección al aludido con calma.
—Pues yo no lo vi como broma. —Contraatacó Edward con seriedad mientras rodeaba mi cintura con sus brazos por detrás. Alice rió aún más animada, yo solo sonreí.
—Tranquilo, amor. —Intenté calmarlo acariciando sus manos que me pegaban a su cuerpo. Él suspiró profundo. —¿Qué hacen ustedes aquí? —Le pregunté a Alice cambiando de tema.
—Quería saber cómo estabas… Ya que ahora NO me dejas tener visiones con respecto a ti, necesitaba ver con mis ojos que estabas bien. —Contestó sonriendo, pero también en forma de protesta, mi mejor amiga. Sonreí bajando la mirada.
—Si me dejo encontrar, encontrarán también a mi familia… —Suspiré mientras toda sonrisa se iba de mi rostro. —Y a ustedes… —Sumé dándome cuenta del peligro. Edward apretó su abrazo apoyando su mentón en mi hombro. Volví a suspirar intentando calmar mi preocupación. —No puedo arriesgarme, Alice.
—Tranquila. Entiendo… —Me sonrió asintiendo. —Okey, hora de irnos, Jazz. ¡Nos vemos luego en la casa! —Gritó mientras corrían dirección a mi casa. Sonreí percatándome de todo.
—Eleazar y Carmen saben lo que ocurrió, ¿cierto? —Le pregunté a Edward en tono obvio.
Él suspiró sonriendo. —A ti no se te escapa nada, ¿cierto? —Dijo divertido girándome a él. Rodeé su cuello con mis brazos sonriendo mientras negaba con la cabeza y me acercaba a sus labios.
Él acortó con la distancia y me besó. Suave y lento, pero profundo. Nunca antes me había besado así, casi sin ningún atisbo de temor ni de querer detenerse. Y sin pensarlo le correspondí, pegándome más a él. Era casi imposible no hacerlo, sus besos eran mi adicción.
Edward rodeó mi cintura con sus brazos, despegando mis pies de la tierra un poco sin dejar de besarme. Pero a los pocos segundos, me soltó, cortando con el beso y separándose de mí. Y pude notar que contra su propia voluntad.
—Tenemos que cazar algo, Bella. —Dijo alejándose sin mirarme al rostro y tragando pesado. —Si sigues sedienta, no será un buen… —Lo interrumpí molesta tomándolo del brazo para que dejara de alejarse. Y sabía por qué lo hacía.
—Edward… —Él me miró confundido ante mi enojo. —Ya no soy más una humana. Y yo… te deseo… —Protesté tomándolo del cuello y acercándome a besarlo. Él se sorprendió, pero al instante me correspondió tomándome de la cintura despegando por completo mis pies del suelo.
Realmente no supe lo que él pensaba, y no quise saberlo. Apenas podía con mis pensamientos, con lo que yo sentía, con lo que yo quería. Aunque lo tenía bien en claro…
A él. Yo lo quería a él. Lo deseaba, quería que fuera mío. Completamente mío… Y sus acciones también me lo confirmaban. No sabía en qué momento, pero habíamos acabado en el suelo. Una de sus manos sosteniéndome la pierna alrededor de su cintura, y la otra en mi espalda, acariciándome sobre la ropa. Sus labios, creando una hermosa y sensual danza junto con los míos mientras sus manos me tomaban con fuerza. Él también me quería, me deseaba.
Comencé a desprenderle su camisa sin dejar de besarlo, pero él no hacía nada más que besarme o acariciarme sobre la ropa, por lo que comencé a desprenderme yo misma mi camisa a cuadros.
—Bella, detente. No intentes quitarte la ropa… —Dijo con la respiración agitada, aunque en realidad era solo por costumbre, sin alejarse demasiado.
—¿Quieres hacerlo tú? —Pregunté de igual forma, aunque además algo perpleja.
—No ahora… —Esas dos palabras se sintieron como un baldazo de agua fría. Estábamos a escasos centímetros de distancia, y solo nos bastó unos segundos para darnos cuenta la posición en la que estábamos y en la situación que no iba a ocurrir.
Nos separamos lentamente, pero sin alejarnos demasiado. Suspiré sin poder mirarlo al rostro, si hubiera sido humana, ¡mi Dios! Mi rostro sería más de color morado que rojo. Y en ese momento, así con la rapidez con la que confiaba en que él me amaba, la duda de si realmente me deseaba me llenó.
—Tu… tu no… —Él suspiró confundido, pero yo aún no lo miraba. ¿Podía ser posible que él no me quisiera de esa manera? Suspiré sacudiendo la cabeza. —Olvídalo.
Edward tardó solo unos segundos en darse cuenta a qué me refería, y cuando lo hizo, bufó molesto mientras sentí sus manos tomarme el rostro y levantarlo para poder mirarlo a los ojos. Los cuales me hicieron paralizar cuando los vi. Negros, llenos de pasión y deseo.
—No tienes una idea de cuánto te amo, de cuánto de deseo, Isabella. —Dijo serio mirándome, desarmándome con su mirada. Y sentí mi muerto corazón dar un estruendoso y largo latido por sus palabras. —Pero este no es el momento, ni el lugar… —Su tono y su mirada se suavizaron, y sus manos bajaron hasta encontrar las mías sobre mi regazo. Entrelacé mis dedos con los suyos y le sonreí ligeramente asintiendo mientras me acercaba y lo besaba con dulzura. Él sonrió.
—Anda, vamos a cazar algo. —Dije poniéndome en pie y obligándolo a él a hacerlo, intentando romper con aquel tenso momento. Y comenzamos a correr.
Aún con mi década y media de haber sido transformada, el correr por el bosque me era toda una aventura. Estaba mucho más vivo de lo que siempre supuse, lleno de pequeñas criaturas cuya existencia nunca habría adivinado. Todos se quedaban en silencio tras nuestro paso, con el aliento contenido por el miedo. Los animales tenían una reacción mucho más sabia a nuestro olor que los humanos. Siempre alertas, atentas al peligro que podía acecharlos. Una reacción totalmente contraria a la que los humanos poseían.
—Bella. —Me llamó Edward desacelerando el paso, obligándome a mí también a hacerlo ya que íbamos de la mano. Lo miré confundida. —¿Planeas quedarte en el país? —Dijo en tono burlón. Revolee mis ojos sonriendo divertida mientras nos quedábamos estáticos.
—¿Qué planeas cazar?
—Alces. —Lo miré alzando una ceja. ¿En serio prefería cazar esos aburridos animales en vez de algún felino? Suspiré asintiendo, dándome por vencida cuando sentí mi garganta rasposa por la ponzoña.
Y en ese momento, a tan solo unas ramas más arriba de donde nos encontrábamos, se escuchó un crujido. Sonreí cuando reconocí el aroma del puma. En ese instante, me perdí. Había encontrado algo que me gustaba, estaba sedienta, y en menos de un parpadeo, me encontraba a dos ramas por encima del puma, mientras Edward hacía de carnada en el mismo lugar.
Podía oír sus pensamientos en desacuerdo a mi comportamiento, pero según él, seguía siendo joven, por lo que eran entendibles mis acciones. Sacudí mi cabeza bloqueándome a mí misma, y concentrándome en la cacería que ya había comenzado. Luego hablaríamos, ya que tan pronto como comencé a pensar en la reseca quemazón de mi garganta, se convirtió en lo único en lo que podía pensar, y cada vez se ponía peor. Tenía la boca como si fueran las cuatro de la tarde en pleno junio en el Valle de la Muerte.
Con un pequeño impulso, volé por el aire y aterricé al lado del puma. El sintió temblar la rama y se giró, chillando de sorpresa y desafío. Cerró el espacio que había entre nosotros, con los ojos brillantes de furia. Yo, que estaba ya medio enloquecida por la sed, ignoré sus colmillos expuestos y las garras engarfiadas y salté sobre él, derribándolo hasta caer al suelo del bosque.
No fue una gran lucha. A pesar de siempre fuera un completo desastre al momento de cazar, mis dientes buscaron certeros su garganta y su resistencia instintiva fue lamentablemente débil contra mi fuerza. Encontré con facilidad el punto preciso donde el flujo de calor se concentraba y succioné febrilmente, como si mi eternidad dependiera de ello.
El puma murió antes de que yo terminara. La sed ardió de nuevo cuando se quedó seco, y yo aparté lejos de mi cuerpo su carcasa vacía, disgustada. ¿Cómo podía sentirme sedienta después de todo esto?
Me erguí completamente derecha en un solo movimiento rápido. Una vez de pie, me di cuenta de que estaba hecha un desastre, ni siquiera con Edward presente dejaba de ser desastrosa. Me limpié la cara con el dorso del brazo e intenté arreglarme la ropa llena de tierra, y me percaté de las pequeñas rajaduras de mi pantalón.
—Mmmm…. —Ronroneó Edward. Alcé la mirada y lo encontré reclinado con aire casual contra el tronco de un árbol, observándome con un gesto pensativo en el rostro.
—Creo que debería haberlo hecho mejor. —Me encogí de hombros suspirando. Según lo poco que recordaba, Edward no regresaba de sus expediciones de caza con el aspecto tan desaliñado como el mío.
—Lo has hecho estupendamente. —Me aseguró sonriendo torcidamente. —Es sólo que... ha sido mucho más difícil para mí observar de lo que debería haber sido. —Alcé una ceja, confundida. —Va en contra de mis principios, lo de dejarte luchar con pumas. No sabes el ataque de ansiedad que he sufrido durante todo el rato. —Explicó mientras caminaba hacia mí. Volví a encogerme de hombros sonriendo.
—Aún sigo sedienta… —Comenté mientras tragaba algo de ponzoña.
—Es normal. —Rió divertido acariciando mi mejilla una vez que había llegado a mí. —Aún eres joven.
Esta vez, yo reí divertida. —Tengo una década y media. —Dije en tono divertido con superioridad. —No soy una neófita.
Edward sonrió divertido. —Anda, sigamos de caza. —Resoplé.
—Okey, vamos a cazar algunos de los malolientes herbívoros.
Encontramos un gran rebaño de ciervos mientras corríamos de regreso a mi casa. Esta vez, él cazó conmigo. Me agarré un macho enorme, haciendo un desastre casi tan grande como el del puma. Edward acabó con dos antes de que yo hubiera terminado con el primero, sin que se le moviera un pelo de su sitio, y sin que le cayera ni una mancha en su camisa gris.
Luego perseguimos la manada aterrorizada y dispersa, pero en vez de alimentarme de nuevo, esta vez yo observé con cuidado cómo se las apañaba para hacerlo de un modo tan pulcro.
Todas las veces que había deseado ver a Edward cazar y que él nunca me hubiera dejado, lo agradecía. En definitiva, el verlo cazar lo mostraría ante mis ojos como el vampiro que era en realidad. Pero claro, resultaba muy distinto desde la perspectiva que ahora montaba, siendo vampira yo también. Aun así, dudaba de que incluso a mis ojos humanos, la belleza de todo esto me hubiera pasado desapercibida.
Era una experiencia sorprendentemente sensual observar cazar a Edward. Su salto suave era como el ataque sinuoso de una serpiente. Sus manos eran tan seguras, tan fuertes, tan por completo ineludibles... Sus labios llenos lucían perfectos cuando se separaban gráciles para mostrar sus dientes relumbrantes. Era glorioso. Sentí un estremecimiento tanto de deseo como de orgullo. Era mío. Nada lo separaría de mí a partir de ahora. Era demasiado fuerte para que nadie pudiera arrancarme de su lado.
Cuando terminó de cazar, se volvió hacia mí y observó con curiosidad mi mirada de deleite.
—¿Ya no tienes más sed? —Me preguntó. Yo me encogí de hombros.
—Me distrajiste. Eres mucho mejor en esto que yo.
—Siglos de práctica… —Me guiñó un ojo sonriendo. Sus ojos mostraban un encantador y desconcertante matiz dorado en ese momento, lo cual me hizo suspirar como recién enamorada.
—Sólo uno. —Le corregí. Él se echó a reír.
—¿Terminado por hoy o quieres continuar?
—Terminado, creo… —Me sentía muy llena, incluso a punto de reventar, así que luego asentí segura y sonriente.
—Hora de ir a casa, entonces… —Dijo sonriendo antes de besarme la frente, tomarme de la mano y que ambos saliéramos corriendo de vuelta a mi casa.


 *asoma la cabeza por debajo del escritorio esperando la lluvia de tomates* :B
¿Holó? ¿Alguien a quien le siga interesando el fic? ^^
Bueno, les debo una ENORME disculpa... :c Realmente siento haberme tardado, pero he tenido muchas cosas que hacer y casi no tenía tiempo de sentarme a escribir, cosa que odié bastante. ¬¬
Ok, ¿alguna opinión del cap? ¿Les gustó?
¡Denme amor, mujeres! <3 :D
¡Las amo!
Peace. Out.
Ally C-B.
 
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