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lunes, 6 de junio de 2011

Naughty Game_cap cuatro

5 comentarios:
 
Capitulo Cuatro
Chica atrevida
Bella POV
Félix no dejaba de mirar mi cuerpo con deseo, aunque también sus ojos detonaban miedo y vergüenza. Inútil.
Me acerqué a él, lo tomé del cuello y lo besé, en la propia nariz de Victoria. Mis amigas se pararon en seco sorprendidas, aunque seguían demostrando firmeza; cuando se dieron cuenta de mi plan, comenzaron a sonreírles a sus presas. Besé a Félix de la misma forma en que lo hice con aquél desconocido en el bar, pero no eran los mismos suaves y carnosos labios que provocaron que tuviera un sueño húmedo esa misma noche. Así que me imaginé esos labios, y lo besé con más fuerza mientras el idiota de Félix me seguía, al menos hasta que se escuchó el grito de Victoria y él reaccionó, empujándome para que lo soltara.
-¿Qué demonios haces? –me preguntó enojado cuando lo solté.
-Félix, cariño, ¿qué no te acuerdas de mí? –le pregunté haciéndome la confundida- ¿O tengo que recordarte la maravillosa noche que pasamos juntos? –dije guiñándole un ojo con una sonrisa picara. Automáticamente, él miró a Victoria.
-Cariño, -dijo antes de que ella lo interrumpiera.
-Creí que me amabas –dijo con los ojos llenos de lágrimas- ¡Eres un idiota! –gritó la pelirroja antes de estampar su mano en la mejilla derecha de Félix y salir corriendo seguida de sus plásticas.
-Me dijiste que no tenías novia, imbécil –dije antes de descargarme y darle un cachetazo en su mejilla izquierda- Eso es para que se empareje lo colorado –dije y lo empujé para pasar entremedio de todo ese grupo seguida de Alice y Rose.
Una vez que estuvimos afuera de la cafetería comenzamos a reír a carcajadas las tres juntas. Mi plan había resultado ser todo un éxito.
-¿Qué dicen si para festejar  que acabamos con el reinado de la plástica de Victoria vamos a mi casa y comemos algo? –preguntó Alice una vez que calmamos nuestras risas.
-Yo estoy de acuerdo, -no tardó en responder Rosalie. Noté un brillo especial en sus ojos y su impaciencia.
-¿Por qué tanta alegría, Rose? –le pregunté juguetona.
-Amm, creo saberlo…-contestó Alice con una sonrisa pícara- Verás, Bells. Tengo dos hermanos mayores, y ¡Oh, casualidad! –sobreactuó Alice juntando sus manos- ¡A Rose le gusta el mayor! –Alice y yo comenzamos a reír a carcajadas mientras Rosalie rodaba sus ojos.
-Muy graciosas, -dijo mientras emprendíamos camino hacia nuestros casilleros.
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-¿Esta es tu casa? –pregunté cuando Rosalie aparcó su descapotable rojo en el porshe de aquella lujosa casa de tres pisos, con enormes ventanales de vidrios, y un hermoso jardín lleno de flores al frente.
-Es realmente útil tener un padre que es el director del hospital más utilizado en Forks y que tu madre sea una reconocida diseñadoras de interiores, ¿no Alice? –preguntó sarcástica Rosalie. Alice asintió con una orgullosa sonrisa mientras las tres bajábamos del auto.
Alice prácticamente corrió hacia la entrada para abrir la puerta con su llave, mientras Rose me esperaba, y una vez que llegué a ella, entrelazó su brazo con el mío y seguimos a Alice. El interior de aquella lujosa mansión me había dejado sin habla, se notaba a leguas la cantidad de dinero que poseían los padres de Alice y sus hermanos.
Cuando llegamos a la sala del segundo piso, tres jóvenes estaban sentados en un hermoso sofá negro frente a un televisor jugando videojuegos, pero ese trío totalmente concentrado en el juego nos daban la espalda, por lo que no pude ver sus rostros, pero sus cabellos me parecían conocidos. Uno, más específicamente el que estaba a la izquierda, tenía el pelo negro; el del medio, un extraño color cobrizo; y el de la derecha, rizos rubios.
No sabía por qué, pero me sonaban muy conocidos. 
-Papá los matará por no haber ido hoy al Instituto…-dijo Alice mientras dejábamos nuestras mochilas a un lado contra la pared.
-Como si realmente le importara lo que hacemos o dejamos de hacer –dijo una voz aterciopelada que hizo que mis piernas temblaran.
En eso, uno de ellos se paró. Era el de pelo negro que estaba a la izquierda. Su cuerpo era enorme, casi como un oso. Mi mente rebobinó automáticamente, y encontró a aquel hombre del bar. ¡Oh, mi Dios!
El gran oso fue hasta la PlayStation para cambiar de juego, pero cuando se dio vuelta se quedó petrificado mirándome, al igual que yo a él. ¡Ese era el mismo chico que estaba con el dios griego al cual besé!
-Oh…mi…Dios…-dijo mientras una divertida sonrisa aparecía en su rostro, formando unos hermosos hoyuelos, como aquella vez- Miren a quién tenemos aquí…-automáticamente, los otros dos chicos se giraron curiosos a ver de quien hablaba el gran oso.
Ambos se pararon de inmediato al verme, y sonrisas aparecieron en sus rostros mientras yo no salía de mi petrificación. No solo por haberme encontrado con ellos, sino porque ¡ellos eran algo de mis amigas!
-Alice, por favor dime que ellos no tienen nada que ver contigo…-le susurré antes de que ella corriera a abrazar al cobrizo y al pelinegro.
-Bella, te presento a mis hermanos, –dijo entrelazando su delgado y delicado brazo con los recién abrazados- Emmet, -dijo señalando al pelinegro que me sonrió divertidamente- y Edward –el cobrizo me guiñó el ojo seductoramente con una hermosa sonrisa torcida que hizo que comenzara a delirar.
-Y yo te presento al mío, -dijo Rosalie entrelazando su brazo con el de rizos dorados- Jasper, -el de la mirada felina se paró derecho y con solo una de esas miradas asechadoras hizo que me mojase al instante, sin siquiera haberme tocado.
De repente, todo comenzó a girar, todo me empezó a pesar sobre mi espalda, hasta que todo se volvió negro, empujándome a la inconsciencia.
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Sentía mi cabeza partirse a la mitad, como si fuera una mañana luego de mis alteradas noches llenas de alcohol y drogas. Gemí del dolor mientras de a poco comenzaba a abrir mis ojos. Noté que estaba recostada sobre algo demasiado suave.
-Hey, chica atrevida…-dijo una voz aterciopelada con total suavidad y casi en un susurro.
Abrí completamente mis ojos para encontrarme con el dios griego arrodillado a mi lado mirándome con dulzura y con deseo al mismo tiempo.
-¿Qué hago aquí? –pregunté intentando levantarme de aquella cama, que justo en ese momento noté que las sabanas eran negras y de seda.
-Te desmayaste, -dijo mientras yo me ponía en pie. No tuve mejor idea que justo perder el equilibrio, y el cobrizo no tardó en atraparme en sus reconfortantes brazos, tomándome por la cintura- y veo que aún sigues débil…–dijo sonriendo divertido con sus labios muy cerca de los míos- Dime, ¿comiste algo? –preguntó levantando una de sus cejas dejando ver el doble sentido, y haciéndolo ver más sexy de lo que ya era.
-¿Qué? ¿Eres mi padre ahora? –pregunté provocándolo mientras me paraba derecha, demostrándole que ya estaba bien, pero él no me soltaba de la cintura.
-Sonaría muy depravado que una hija ande besando a su padre, ¿no lo crees? –contestó con sus labios rozando los míos.
Sabía perfectamente lo que hacía, se estaba vengando por lo del bar. Yo no pensaba quedarme de brazos cruzados, si él quería jugar, podríamos jugar de a dos.
-¿Únicamente besándose? –le pregunté tocando con la punta de mis labios los suyos mientras comenzaba a caminar hacia la cama- ¿O crees que harían algo más? –susurré seductoramente en su oído antes de sentir la fuerte inspiración que él realizaba para no perder el control. Sonreí satisfecha antes de empujarlo y que callera recostado sobre la cama de seda. Le guiñé un ojo antes de girarme y salir de aquella habitación.
Llegué a unas escaleras las cuales bajé, a pesar de no conocer la casa pude llegar sin ningún problema hacia la sala en la que me había desmayado. Pero todo estaba vacío y en silencio, al menos hasta que lo escuché al cobrizo bajar las escaleras.
-¿Dónde están Alice y Rose? –le pregunté girándome hacia él. Su mirada era divertida y al mismo sus ojos desprendían deseo.
-No están, -escuché una voz firme y melodiosa a mi espalda.
Me giré y vi una puerta abierta, que daba a una cocina. Entré en aquella habitación y me encontré con el rubio apoyado en una pared que al lado tenía una ventana abierta, por la cual botó el humo del cigarrillo que tenía en su mano.
-¿Dónde están? –pregunté acercándome a él sin miedo.
Cuando llegué a él, le quité el cigarrillo de su mano y lo llevé a mis labios para inspirar de aquel humo que hacía mucho tiempo había dejado por las pastillas. Tanto el rubio como el cobrizo me miraron asombrados.
-Se fueron con Emmet a comprar algo para cenar –dijo el rubio sin dejar de mirarme cuando boté el humo por la ventana. Lo miré de reojo y le guiñé un ojo, a lo que él me sonrió cómplice, aunque pensándolo mejor, creo que esa sonrisa no fue para mí.
Luego, todo ocurrió muy rápido. Jasper me quitó el cigarrillo de las manos y lo llevó a sus labios, llevando aquel humo a sus pulmones, mientras dos fuertes y familiares manos me tomaron por la cintura. En ese instante supe que era el cobrizo, gracias a su aroma a lilas y miel entremezclado. El cobrizo me pegó a su pecho sin decir una palabra, sentía su respiración en mi cuello, y dos segundos más tarde, comenzó a besarlo, dejando pequeños besos húmedos por toda su extensión haciendo que mis piernas comenzaran a flaquear gracias al placer que me provocaba. No tuve más opción que cerrar mis ojos y disfrutar de las sensaciones, debía admitirlo, me excitaba que él estuviera haciendo eso mientras el rubio miraba.
Abrí mis ojos de golpe cuando sentí una presencia frente a mí, demasiado cerca…era el rubio. Su aroma a vainilla entremezclado con algo cítrico me embriagó completamente cuando tuve tanto su rostro como su cuerpo demasiado cerca de mí. Él comenzó a acariciar mis brazos suavemente mientras el cobrizo apretaba su agarre en mi cintura y de vez en cuando mordía mi cuello sensualmente. Ambos me estaban llevando a la locura, y lo sabían perfectamente. 
Una de las manos del rubio tomó mi mandíbula con delicadeza, levantándola para que mis labios quedaran más a la altura de los suyos; su mirada felina con ojos totalmente poseídos por el deseo hicieron que mis piernas temblaran por el placer, aparte de que la lengua del cobrizo en mi punto débil, o sea mi cuello, estaba llevándome al paraíso.
-Abre la boca, chica atrevida –susurró el cobrizo en mi oído seductoramente mientras el rubio rozaba sus labios contra los míos. Aún no entendía qué pretendían.
Abrí mi boca lentamente, y cuando estuvo lo necesariamente abierta, que no fue tanto, el rubio soltó el humo del cigarrillo de su boca, depositándolo en la mía. Tan solo el pensar en esa imagen tan erótica, hizo que me mojara. Una vez que lo depositó por completo en la mía, le guiñé un ojo cuando se apartó solo unos centímetros y moví mi rostro a un lado para botar el humo en el aire.
De repente, el ruido de una puerta abrirse y muchas risas llenar el lugar, hizo que ambos me soltaran y se alejaran completamente. Estaba demasiado excitada como para moverme o siquiera reaccionar, solo lo hice cuando mis amigas y el pelinegro entraron en la cocina riendo.
-¡Bella! –gritó entusiasmada Alice cuando me vio parada. Respiré profundamente antes de girarme y sonreírle intentando aparentar normalidad.
-¿Cómo te sientes, Bells? –preguntó Rose preocupada.
-No se alarmen, estoy bien –dije acercándome a ellas y abrazándolas- Solo fue una bajada de tensión, eso es todo –dije una vez que las solté mientras iba hacia la sala y buscaba mi mochila, seguida de todo el grupo.
-¿A dónde vas? –preguntó confundida Alice.
-Debo irme, ya es tarde –contesté mirando hacia la ventana, la cual mostraba que ya la luna estaba apareciendo- ¿Puedes llevarme, Rose?
-Amm…de hecho, tuve un pequeño percance con mi descapotable –dijo realmente apenada- No sé qué demonios le ocurre, no quiere encender…-asentí sonriendo.
-Está bien, cariño. Una caminata al aire libre no viene del todo mal…-dije guiñándole un ojo.
-En realidad, yo puedo llevarte –dijo el cobrizo sonriéndome ladinamente- Mi auto está en el garaje, solo dame unos minutos así lo saco.
-Yo tengo mi auto afuera, no creo que deberías molestarte, Edward –dijo el rubio mirándome con esa mirada felina que me ponía los bellos de punta.
-Mi Ducati aún está en marcha –dijo el pelinegro con total confianza, mostrando la diferencia entre lo que es estar desesperado y lo que es la gentileza- Tengo que irme, si quieres puedo llevarte de paso –juro que en ese momento escuché dos gruñidos desde el fondo, donde justo estaban el rubio y el cobrizo.
-Okey, tú ganas –dije tomándolo del brazo y arrastrándolo a la salida- ¡Nos vemos mañana, chicas! –les grité a mis amigas desde la puerta de salida.
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Chicas!!! La imagen de portada de este cap se las debo!! Es que ando con un poquito de prisa, asique... ;) Espero les guste!!! ;)
Las kiero!!!
Ally**

5 comentarios:

  1. dios es fenomenal me encanta....Besos...

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  2. me encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!! es genial!!! mil besos wapisimaaaaaaa :)

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  3. OMG OMG OMG
    ally no puedes estar "escribiend" en serio
    quieres matarme ? eso eso de seguro
    edward jasper juntos?
    y emmett
    que pasara con las chicas
    tiene que ser un sueño no es real
    ally por dios me dara un infarto
    besos te quiero

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  4. me fasina enta historia!!!! pero tengo una duda.. el trio es con edward y quien? o es con los tres amigos o ... no tengo idea..

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  5. jajajja...xD
    El trio -o como quieran llamarlo- es de Edward/Bella/Jasper. Aunque van a haber varias aventuras por alli dando vueltas... ;)
    ^_^

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