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jueves, 22 de diciembre de 2011

Beautiful Dangerous_Cap Cuatro

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Summary: Él; una leyenda en el pueblo, rebelde y con esa fachada de chico malo en el Instituto, sin mencionar que es el rey del sexo. Ella; nueva en el pueblo, reservada y con un gran secreto detrás de su espalda. Y por supuesto, la única que le ha dicho NO al playboy del Instituto. ¿Qué pasará cuando ambos descubran los secretos del otro? E/B. Rating: M.
Advertencia: Contiene escenas sexuales explícitas -por eso el rating M, daa-, lees bajo tu propia voluntad. Persona que no les gusten los LEMMONS de cualquier tipo, RETROCEDAN. No me hago responsable bajo advertencia.

4. Capitulo Cuatro
Beautiful Dangerous
By Ally Cullen-Black
&.
Bella POV
Corrí por el pasillo del Instituto hasta llegar al baño de mujeres. Ni mierda. No pensaba ir a la densa clase de Historia. Me encerré en uno de los cubículos y me senté sobre el retrete. ¿Qué haría? Tenía que encontrar algo con lo qué matar el tiempo.
¿Y… qué mejor que cigarrillos?
Saqué el paquetito de mi mochila y encendí uno. Inhalé el tóxico humo y a los treinta segundos -para ser más precisos- lo boté hacia arriba.
La mayoría se preguntaría -para ser más específica, los que me conocieron cuando fui una niña-, ¿desde cuándo la dulce, inocente y mimada hija del Jefe de Policías y su adorable esposa había caído en la mierda de vida a la que ahora pertenecía? Simple respuesta. Todo había comenzado desde que Renné se enteró que Charlie tenía otra mujer, con la cual habían tenido un hijo que murió cuando nació.
Eso fue lo que terminó destruyendo a Renné, y por conveniente, a mí. Me recordaba a mí misma de niña, viéndola tirada al lado de su cama, con un botella de vidrio -que estoy muy segura de alcohol- vacía en su mano. Luego esos hombres entrar y salir de mi casa, como si fuera la de ellos. Renné siempre terminaba lastimada después de cada encuentro con alguno de esos hombres.
Cuando cumplí los quince años, en lugar de recibir un regalo, me robaron lo más preciado que yo misma guardaba a esa edad: Mi Inocencia. Lo peor de todo, es que Renné sabía de lo que aquel hombre me estaba haciendo, y no lo detuvo. Recordaba al hombre encima de mi cuerpo, a Renné en la puerta con lágrimas escurriéndose por su rostro, mi rostro reflejando súplica. Dios, quería que me mataran. Quería que la mataran. Y luego, Renné pronunció algo como "Es culpa de tu padre" antes de girarse e irse, dejándome con el aquel engendro o demonio que se hacía pasar por hombre.
—Claro, como no. Culpa de Charlie…—Repetí en voz alta dándole una calada al segundo cigarrillo que prendía.
Sí, en parte era culpa de Charlie. Era su culpa que mi madre hubiera llegado al punto de perderse en el alcohol, de entregar su cuerpo por dinero, de que entregara a su propia hija por dinero. Pero al mismo tiempo, no lo era. Charlie no sabía del supuesto hijo hasta que murió. Quiero decir, sí, el muy mal nacido se había cogido a una cualquiera en una noche -de vaya a saber Dios por qué motivo-. Pero la perra nunca había dicho nada, le había mentido cuando Charlie le preguntó si se cuidaba. Era como si la muy mal nacida lo hubiera planeado todo… Cagarle la vida al Jefe de Policías, cagarle su hermosa y perfecta familia sin haber pensado en las consecuencias.
—Maldita hija de puta…—Insulté al aire dándole otra calada al cigarrillo.
—¿Cuál es el motivo de tanta agresividad? —Di un salto al escuchar aquella voz femenina. ¿En qué maldito momento había entrado? Resoplé. Ni me interesaba, por lo tanto, a ella ni debía de interesarle mis motivos.
—No es de tu incumbencia. —Contesté botando el humo hacia el aire.
—Simpática. —Dijo irónicamente. Rodee los ojos. Repito: ¿Qué putas le interesaba a ella? —Al menos podrías convidarme con una seca, ¿no lo crees?
Reí secamente. —No, no lo creo. —Dije antes de abrir la puerta del lavabo. —Pero igual te convidaré. —La chica de ojos grises y cabello rubio caminó hacia mí.
—Gracias. —Agradeció antes de darle una calada al cigarrillo.
—Día de mierda, ¿no es así? —Le pregunté casi estúpidamente. Su rostro demacrado de cansancio la delataba.
—Ni que lo digas. —Contestó botando el humo hacia arriba. Asentí apoyando mi espalda en la fría pared de mármol mientras ella le daba otra calada al bendito tubo lleno de adictiva nicotina. —Quiero decir, ¿qué putas significa cuando el chico que te gusta te llama a las dos de la madrugada rogándote para que lo folles? —Preguntó casi con desesperación.
Fruncí el ceño. ¿Qué acaso no era obvio? Aún así le contesté.
—Significa que te usa para un polvo rápido y nada más. ¿Acaso fuiste? —Ella asintió. —¿Vas siempre que te lo pide? —Ella volvió a asentir. Reí apoyando mi cabeza en la pared y cerrando mis ojos. —Entonces, no eres más que una rápida. —Dije abriendo mis ojos y dirigiendo la vista hacia ella.
Me miraba con el ceño fruncido y quizás algo dolida. ¡Ja! Que va… Ella solita se había hecho la fama de rápida. No era mi culpa.
—¿Debería de agradecer tu sinceridad? —Preguntó molesta devolviéndome el cigarrillo. Asentí sonriente antes de llevarlo a mi boca.
—Otra en mi lugar, y de seguro, alguna a la que tú consideres tu amiga, te diría: "No te preocupes, estoy segura que pronto se te declarará. Le gustas, sino, no te llamaría para que lo folles". —Dije fingiendo voz gangosa con el cigarrillo entre mis labios. —Cuando en realidad el chico te usa para follar cuando no tiene a otra con quien hacerlo. En serio hermana, es mejor que comiences a pensar un poco antes de actuar…—Concluí terminándome de golpe el cigarrillo y luego lanzarlo al suelo y pisarlo.
Ella suspiró apoyándose en la pared. Pobre, le había lanzado todo de golpe. Tenía esa fachada de porrista de Instituto, hueca y puta. Creo que todas esas características ya habían quedado claras, quitando de lado lo de porrista. Eso no lo sabía, y ni me interesaba.
El timbre de final del día sonó. Suspiré agradecida tomando mi mochila y colocándomela a la espalda antes de encaminarme para salir de aquel purgatorio.
—Gracias. Y, ah, me llamo Tanya. —Dijo con una sonrisa cuando llegué a la puerta. Me giré a ella antes de hablarle.
—No te diré "fue un placer conocerte" y "fue un placer ayudarte con la mortificación de tu mente" porque no va conmigo esa clase de placeres. Pero sí me presentaré, sería muy descortés que no lo hiciera. Me llamo Isabella, pero Bella está bien. —Dije antes de girarme y salir de allí.
Fui a pasos largos hasta el estacionamiento mientras buscaba en algunos de los malditos bolsillos de mi mochila las llaves de mi 'hermosa' -nótese el sarcasmo- Chevy roja, regalo de Charlie. Iba maldiciendo en voz alta, cuando choqué contra algo, o alguien. Levanté la vista para encontrarme con la sonrisa ladina de la última persona que hubiera deseado ver en el día. Creo que hubiera preferido cruzarme con la zorra hija, o sea Leah, antes que con él.
—¿Creí que había quedado en claro cuando dije que te perdieras de mi vista? Sin mal lo recuerdo, estabas presente cuando te lo dije…—Dije alejándome de él y haciéndome la que meditaba.
El soltó una risa irónica.
—Es extraño, sabes. Eres la primera que no cae rendida ante mi apuesta sonrisa...—Dijo cruzándose de brazos y frunciendo el ceño fingidamente.
—Oh, cuanto lo siento, su majestad. Olvidé mencionarlo, soy nueva. Luego me das una copia de tu itinerario para estar al tanto. —Dije antes de esquivarlo para seguir en mi camino.
Cosa que hubiera logrado magistralmente si el muy hijo de puta no se me hubiera puesto delante poniendo de nuevo esa sonrisita tan, asquerosamente perfecta en su muy perfecto rostro y de paso con la mirada más falsa que hubiera visto jamás… Error, me corrijo, no jamás, pero sí desde que llegué a este maldito pueblo de mala muerte.
—Haber idiota, mira… —Recalqué en completo tono de burla exasperada mientras de paso notaba como algunos estudiantes nos iban mirando al pasar. —No sé quién carajos te crees que eres o mejor dicho, que carajos te CREES que eres pero, y sólo te lo explicaré esta vez para que te entre en esa especie de cabeza hueca que tienes. NO eres un Dios, NO voy a venerar el piso por donde caminas, NO voy a babear por ti como la mayoría de las golfas de aquí deben de hacer y NO voy a permitirte meterte de nuevo en mi camino. O te sales del medio o lo hago yo por ti, pero en verdad creo que te conviene ser un poco más sensato por primera vez en tu muy estúpida vida y tomar la primera opción. Y sólo para que lo sepas, no creo que nunca hayas conocido a alguien así, pero sinceramente me importa tres carajos… En verdad te conviene no joder mi existencia con tus idioteces si no quieres terminar verdaderamente mal. ¿Entendiste o te lo dibujo?
La jodida sonrisa que llevaba al chocarme se fue borrando lentamente de su rostro para dar paso a una mirada completamente fría, helada. Ni mierda, lo dije y lo repito, me importaba tres carajos lo que pudiera pensar, opinar o incluso sentir este idiota 'me creo un Dios, venérame'. ¡JA! Sí, claro. Bastante cagada estaba mi vida de mierda como para venir a tener en cuenta a un completo niñito mimado de mamá.
Di un paso a su derecha para pasarlo, evitando mirar los rostros de unos cuantos estudiantes idiotas que nos estaban mirando hasta que sentí como él me tomaba fuerte del brazo. MIERDA.
Eso sí que no.
En cuanto sentí su fuerte agarre en mi brazo izquierdo hice lo que instintivamente había aprendido para estos momentos.
Tirar el brazo hacia abajo, girarlo, balancear mi cuerpo para no perder equilibrio, girar el bazo que me tomaba, y por último dar un empujón con mi pecho.
En realidad lo del empujón no fue tan así, pero yo no estaba buscando derribarlo, solo apartarlo y que notara que conmigo no se jugaba. A menos que yo quisiera, claro. Esbocé una sonrisa triunfal cuando lo vi retroceder sorprendido ante mi empuje.
—¡¿Pero qué demo…?
—Te dije que no me jodieras. No vine aquí para que un mocoso estúpido y engreído como tú me viniera a joder la poca y casi nula tranquilidad que tengo. Esfúmate y piérdete de mí vista o te voy a joder a ti. —Dije en tono bajo y contenido debido a la furia que en este momento contenía y encerraba en mi cuerpo, antes de darme la vuelta y seguir a paso rápido el camino hacia mi camioneta.
¿Por qué toda la mierda me tenía que tocar a mí? ¿Por qué de entre todas me tenía que venir a joder a mí? Mierda. ¿Por qué siempre todo se me hacía tan… complicado?
Podía sentir los murmullos que se iban levantando por todo el camino. Bueno, si acaso esperaba que al menos en la escuela me fuera tranquilo ya podía ir olvidándome de todo eso. Qué putas de vida que me tocó.
Al fin y tras revisar nuevamente mi bolsa en busca de las llaves de la puta camioneta, abrí la puerta y me encerré en la cabina frente al asiento del conductor, donde di marcha y arranqué acelerando a fondo. La Chevy dio un feroz rugido cuando aceleré. Mierda, en momentos como estos era cuando necesitaba una moto. Algo que me ayudara a sentirme libre y no encerrada como esto. En fin, al menos eso me daría algo para hacer. Sí, buscaría una moto, y luego…
Bueno, nunca podía planear mucho más allá, así que por ahora se quedaría solo en eso.

Les gusto(?
Dejen reviews! ^^
Peace. Out.
Ally C-B.

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