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viernes, 6 de enero de 2012

Beautiful Darkness_cap cinco

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 Summary: "Dos mentes distintas, dos cuerpos distintos, un mismo origen, pero distinta seres completamente diferentes, unidos por un mismo sentimiento: AMOR…”
ADVERTENCIA: Contiene escenas sexuales explícitas -por eso el rating M, daa-, lees bajo tu propia voluntad. No me hago responsable bajo advertencia.

5. Capitulo Cinco: "Conociéndonos"
Beautiful Darkness
By Ally Cullen-Black
&.
Bella POV
-¿Las damas primero, compañera? -su voz tan masculina me sacó de mis cavilaciones. Lo miré detenidamente a los ojos, intentado que mi monstruo no saliera a flote, recordándome su olor- Puedo empezar yo si lo deseas -se corrigió mirándome profundo.
-No, está bien -dije antes de sacar el primer cristal y colocarlo en el microscopio antes de acercar mi ojo al pequeño lente- Profase -dije rápidamente, sabiendo de memoria el tema, mientras buscaba el siguiente cristal. ¿Cuántas veces había hecho este ejercicio con distintos tipos de células? Perdí la cuenta.
-Sé que sonará estúpido, pero, ¿te importa si lo miro? -dijo tomando mis manos, evitando que cambiara el cristal. Su tacto era frío -pero de seguro no tanto como el mío- y suave, provocando que una extraña corriente eléctrica se produjera desde donde nuestras manos se unían y se expandiera por mi cuerpo.
Quité rápidamente mis manos mientras su rostro demostraba sorpresa y confusión. Susurré un débil: "Lo siento". Él no dijo nada, solo tomó el microscopio y le echó una ojeada.
-Profase -murmuró entre dientes mientras anotaba algo en su cuaderno.
-Eso dije -contesté haciéndole saber que lo había escuchado. El soltó otra débil risa. Volví mi mirada al portaobjetos antes de volver a sentir su mirada y sus ansias por hablar sobre mí, hasta el momento dado en el que lo hizo.
-¿Estas disfrutando de la lluvia? -preguntó intentando entablar conversación. Levanté mi mirada estupefacta. Sonreí de lado mientras soltaba una divertida risa- ¿Qué es lo divertido? -preguntó confundido por mi reacción.
Me encogí de hombros.
-Siendo lo que somos, ¿no crees que deberíamos acostumbrarnos a este tipo de clima, nos guste o no? -murmuré para que únicamente él me escuchara, mientras que para los demás parecía como si escribiera algo en mi cuaderno y tarareara alguna canción. Él me miró detenidamente, como si se impresionara por mi contestación, cuando alcé mis ojos hacia él.
El vampiro se sumergió en sus pensamientos mientras cambiaba el cristal por otro. Acercó su ojo al lente del microscopio por solo dos segundos.
-Anafase -dijo mientras volvía a escribir en su cuaderno.
-¿Puedo? -pregunté señalando al microscopio. Él asintió con una sonrisa.
Miré por el lente rápidamente, creo que ni llegué al segundo.
-Anafase -repetí.
-Eso dije -repitió mis propias palabras. Sonreí quitando el cristal.
-¿Me pasas el número tres? -pregunté estirando mi mano. Él dejó caer el cristal sobre la misma, y lo coloqué en el aparato. No miré tanto tiempo, era imposible confundirse en la fase- Interfase -dije con tono despreocupado y levanté mi mirada hacia él, expectante- ¿Quieres mirarlo? -pregunté divertida. Él sonrió.
-Confío en ti…-contestó mirando directo a mis ojos, pero me dio la sensación de que era como si le estuviera hablando a mi alma. Esa alma que por tanto tiempo creí muerta, y que con esas simples palabras daba un salto en mi muy muerto corazón.
Bajé mi mirada pasándole el microscopio, perdida en mi mente, en mi interior. ¿Por qué me sentía tan…tan…llena? Sí, esa era la palabra. Llena. Antes de que él llegara, nunca me había sentido así, nunca había tenido algo por qué hacerlo. Mis amigos lo eran todo para mí, pero aun así siempre sentía un pequeño vacío en mi interior que no lograba llenarlo con nada. Absolutamente nada. Ni siquiera con Max, o con Riley, no, mucho menos con él.
Volví a la realidad cuando sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, que resultó ser Edward, con su mano en mi espalda pidiéndome permiso para pasar e ir a hablar con el profesor. Cuando volvió me sonrió, y así terminamos la tarea, hablando de a una palabra a la vez y casi sin mirarnos a los ojos. Luego, el señor Banner se acercó a nuestra mesa y revisó lo que habíamos hecho.
-En fin, Bella -dijo levantando su vista hacia mí- ¿No crees que deberías dejar que Edward también mirara por el microscopio? -sonreí sin poder evitarlo.
-En realidad, Edward hizo la mitad del trabajo -lo halagué mirándolo otra vez.
-¿Has hecho antes esta práctica de laboratorio? -se giró el profesor a él mientras le preguntaba.
Noté la diversión en los ojos de Edward antes de contestarle. -Sí.
El señor Banner lo miró sorprendido antes de volver a preguntar. -¿Estabas en un curso avanzado en Alaska?
-Así es -contestó Edward asintiendo con esa misma diversión.
-Bueno, -dijo dejando nuestro trabajo sobre la mesa- supongo que es bueno que ambos sean compañeros de laboratorio -giró y se alejó de nosotros murmurando, -Así los otros chicos tienen la oportunidad de aprender algo por sus propios medios -casi en un susurro, que ningún humano pudo haber oído, pero que nosotros sí lo hicimos. Nos miramos el uno al otro y nos sonreímos de manera cómplice.
-Así que…-comenté a los minutos- ¿Alaska? -pregunté mirándolo curiosa.
-Estuve allí con mi familia por un tiempo -me explicó con seriedad- Tuvimos que irnos gracias a que unos humanos comenzaron a sospechar. Al parecer, eran unos de esos obsesionados con un tema que no paran hasta comprobar sus palabras…-dijo rodeando los ojos con cansancio. Pobre, me imaginaba cómo debía haber sido tener que soportar a personas así.
-Alaska…-suspiré mirando al frente- La mayor parte de mi familia vivió allí…-comenté volviendo a sumergirme en mi mente.
-¡Rápido, Bella! ¡Corre! -me gritaba mi madre cuando tenía unos siete años de edad, mientras mi padre nos corría a ambas para atraparnos.
Risas. Cosquillas. Juegos en familia. Siempre fuimos unidos, los tres, Charlie, Renné y yo. Y al ser su única hija, todo su amor siempre fue volcado a mí y estuvo muy presente en mi niñez.
Recordaba muy bien como todos los domingos, luego de que anochecía, Charlie me tomaba a mí y mi libro preferido en sus brazos y nos llevaba junto a aquella hermosa y enorme chimenea que teníamos en la casa, mientras que Renné preparaba su típico chocolate caliente con galletas caseras, todo hecho con amor, esa clase de amor que hacía tanto tiempo no veía. Al menos de aquel estilo tan puro.
Y allí nos la pasábamos todos a gusto, hasta que yo me dormía. Charlie leyéndome mis cuentos preferidos, Renné mirándome embelesada, con ese incalculable amor de madre. Todo era perfecto durante la niñez.
Lástima que cuando uno crece, todo cambia.
-¿Qué edad tienes? -la pregunta del vampiro me distrajo y me hizo volver rápidamente de vuelta a la realidad, interrumpiendo mi muy guardado y apreciado recuerdo, que no entendí por qué había salido a la luz justo en aquél momento.
Me giré hacia él, viendo su cara de total confusión y frustración al mismo, con su ceño fruncido y sus manos cerradas en puños sobre la mesa. Me tensé.
-Amm…-¡Diablos! ¿Qué le contestaba? No podía decirle exactamente mi edad- Te refieres, ¿en apariencia, o la verdadera? -susurré para que únicamente él me escuchara.
El tal Edward relajó completamente su rostro y sus manos antes de contestar con simpatía:
-Ambas.
Solté una débil risa sin contenerme.
-Que sincero…-él rió mientras yo desviaba la vista hacia mi cuaderno sobre la mesa- Aparento diecisiete. Y… amm… soy mayor -dije justo cuando tocó el timbre.
Me levanté lo más rápido que pude tomando mis cosas antes de desaparecer de allí. No iba a decirle mi edad. No. Al menos, no por ahora.
"Y se lo dirás, ¿cuándo? ¿Cuándo se conviertan en mejores amigos?"
Nadie dijo que seríamos amigos. ¿O sí? Bueno, no era momento de pensar en el futuro. Sería lo que tendría que ser…
"¿Y si en ese futuro están… juntos?"
¡Agh! Estúpida consciencia.
Cuando me di cuenta de que era la única en el pasillo, corrí a velocidad de vampsolts hacia el estacionamiento. Necesitaba respirar aire fresco. Me senté en unas de esas mesas de piedras que allí había.
Okey, sí. Había sido una estúpida al salir corriendo de esa forma, pero no podía mentir. Era demasiado mala para ello. Y decirle mi verdaderaedad no era una opción. ¿Por qué me sentía tan… rara, al ocultarle algo?
Al menos, algo teníamos en común… Ambos conocíamos Alaska. No sabía si él había nacido allí, pero al menos lo conocía.
"Es solo una coincidencia, Bella. No te ilusiones…"
¿Ilusionarme? ¿Por qué debería de hacerlo?
"Tus últimos pensamientos hacia él, no han sido muy apropiados para su persona…"
Nuestros, querrás decir. Y, ¿a su persona?
"Okey, nuestros... Sí, a SU persona. 'Rostro tallado por dioses, cuerpo musculoso, sonrisa torcida que nos vuelve loca', ¿no te suena?"
Está bien. No tenía con qué contradecirla.
"Recuerda, Isabella. Él es la presa, y tú la cazadora. NO hay nada en común"
Suspiré resignada. Ella tenía razón. Más bien yo tenía razón… Ahh, daba igual. La cuestión era que no podía ni debía pensar en que algo sucedería entre ambos.
Yo soy la cazadora. Él es la presa. No existe unión más allá de la típica red alimentaria entre depredador y presa. Y eso éramos…
"Para nuestra mala suerte, eso somos…"
Estaba tan metida en mi cabeza, que no oí llegar a la pequeña vampiro de pelo corto que se encontraba al frente mío.
-Hola, soy Alice Cullen -saludó presentándose con una sonrisa mientras me estiraba su mano, e interrumpía, por segunda vez una persona de aquella familia, mis pensamientos. Asentí en su dirección. No iba a generar contacto.
-Hola, Alice. Soy Isabella Swan, pero puedes llamarme Bella.
Okey, no sé de dónde salió la confianza para permitirle aquello. Pero su menuda y pequeña figura me causaba ternura, que obviamente, me hacía olvidar su dulce olor a vampiro.
Ella sonrió antes de sentarse en frente de mí.

Alguien por allí detrás de la pantalla? ^^
Bueno chicas! Que les pareció? :D
Reviews?
Saben que las re amoo! Y muchas gracias a todas por apoyarme con mis locas ideas!
Peace. Out.
Ally C-B.

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