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miércoles, 4 de mayo de 2011

Mi segunda vida_Cap Cuatro

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Capitulo Cuatro
Los Cullen
El camino fue silencioso, al menos hasta que sonara mi móvil. Lo saqué de mi bolsillo y el nombre de Sophia aparecía grande en la pantalla. Atendí bajo la fija mirada de Alice que en ningún momento, desde que subimos en el Volvo, dejó de mirarme. 
-Sophy, ¿Qué ocurre? –le pregunté preocupada.
-No soy Sophy…-dijo Josh con una fingida voz “espeluznante”.
-Deja de jugar. ¿Qué haces con el celular de Sophy? Se va a enojar si te descubre…-le conteste sacudiendo mi cabeza.
-Nop, ella misma me dijo que te llamara -me contestó, seguramente, con una sonrisa en su rostro- ¿Dónde estas? –su tonó pasó de arrogancia a preocupación.
-Estoy bien, voy a volver a casa un poco tarde, así que no me esperes para ir a cazar. Ve con Sophy o con Eleazar, –le sugerí antes de que me interrumpiera.
-¡No es justo! –protestó gritando y casi dejándome sorda. Mi mirada viajó a Alice que se tapaba la boca para no reír ante mi reacción al grito. Una sonrisa se escapó de mis labios- ¡Hace mas de un mes que no te vemos! ¡Y ahora que vuelves, te vas! –protestó Josh con tono enojado.
-Sí, lo siento. Pero esto es importante, -comencé antes de que me volviera a interrumpir.
-¿Sabes que voy a comenzar hacer? ¡Te voy a atar para que no te vayas! -me dijo en tono divertido. No pude evitar reírme, él no duraba ni dos segundos enojado conmigo.
-Vamos a ver cuanto duran las cuerdas…-le contesté con el mismo tono.
-¿Quién dijo que serían cuerdas? Pueden ser cadenas, esposas…-me dijo con el mismo tono divertido.
-Sigue soñando O’Conner –le contesté con una sonrisa- ¿Dónde están Eleazar y Carmen? –le pregunté mientras la felicidad de esos dos minutos de charla se iba y el sentimiento de culpa volvía.
-¡Al fin te preocupas por alguien de tu familia! –gritó exageradamente Josh.
-¡Hey, todo lo que hago lo hago por ustedes, para mantenerlos a salvo! –le contesté enojada.
-Sí, lo se. Lo siento, es que no me acostumbro a estar sin ti…-se disculpó Josh.
Un bufido se escuchó de la parte delantera del auto. Y caí a la realidad. Me había olvidado completamente de quienes estaban a mi alrededor. «¡Estúpida! ¡Yo y mi gran bocota!» me reprendí a mi misma antes de que Josh continuara con la charla.
-Eleazar está en el hospital y Carmen está con Sophy en el invernadero…-contestó a mi anterior pregunta.
-Bien, mándales saludos. Diles que en cuanto termine voy a casa.
-Eso espero, mira que yo no tengo ningún problema en irte a buscar y traerte arrastrando si es necesario, ¿eh? –me aseguró con tono divertido. Otra sonrisa se escapó de mis labios.
-Inténtalo, -le reté.
-No me provoques, Elizabeth. No creo que a Carmen le guste volver a empezar a plantar sus amadas flores y todo eso…-se excusó Josh.
-¿Qué, tienes miedo? –le seguí retando. En eso, un temblor demasiado fuerte que se produjo en mi cuerpo hizo que Alice se asustara y me tomara de la mano.
-¡Ya no lo hagas! –le grité a Josh mientras se escuchaba su estruendosa carcajada.
-Hablamos cuando vuelvas a casa, -dijo una vez que se calmó.
-Esto no se queda así  O’Conner…-le aseguré antes de cortar.
-¿Estás bien? –me preguntó Alice preocupada.
-Sí, no te preocupes –le contesté con una media sonrisa.
-¿Qué fue todo eso? –preguntó Edward con el ceño fruncido.
-Josh, -contesté tranquilamente sin ninguna explicación.
Todos me miraron con el ceño fruncido confundidos. Cuando Alice iba a preguntar algo, Edward aparcó el Volvo cerca del porche, donde toda su familia estaba reunida allí. Él se bajo primero, corrió hacia ella y les habló rápidamente. Jasper se bajó rápido del Volvo y fue rápido a mi lado, pero yo ya había abierto mi puerta antes que él lo hiciera. Le sonreí amablemente mientras me encogía de hombros. Él me devolvió la sonrisa y corrió al lado de Alice que lo esperaba con una sonrisa. Él le ofreció su brazo y ella lo tomó con una sonrisa aún más grande.
Cuando llegaron a mi lado, Jasper me ofreció su otro brazo, lo acepté y caminamos hacia delante, directo de la freidora al fuego. Me acerqué lentamente al porche. Otra ola de calma nos envolvió a mí y a cada miembro de la familia Cullen que estaba de pie en el lugar, significaba una señal de bienvenida en mi beneficio, pero yo no era tonta. También sabía que la noche por delante sería dolorosa, y con ése dolor, sería agonizantemente larga. Carlisle se acercó a mí en primer lugar, una enorme sonrisa irrumpió en su rostro antes de hablar.
-Bella, -comenzó y me abrazó con rapidez, aunque yo no contesté- estamos muy contentos de verte. Esto ciertamente es una sorpresa. Bienvenida a nuestra casa –terminó antes de caminar a un lado.
Entonces se acercó Esme, con una manifiesta alegría en los ojos. Ella me abrazó con fuerza, pero yo no se lo contesté, antes de que hablara. Vi en sus ojos un poco de tristeza al no responderle, pero mi estúpido orgullo no me dejaba.
-Te hemos echado mucho de menos, Bella. Algunos de nosotros más que otros, -dijo tímidamente y yo supe que debía estarse refiriendo a Edward y lo más probable, a Rosalie- pero nuestra familia se siente completa de nuevo –concluyó ella.
¿De qué demonios estaba hablando? Yo no era más parte de su familia que cuando era humana. Pero, recordé que el mayor don de Esme era su capacidad de amar. Tomé lo que ella dijo como tal y sonreí a medias al ver sus ojos, que lucían como si hubieran derramado lágrimas de alegría, si eso fuera posible para los de nuestra especie.
Emmet se me acercó y me levantó en un abrazo triturador de hueso, o lo que podría haber sido hueso triturado, si no hubiera sido "cambiada". Le devolví el abrazo tan fieramente, con todo lo que tenía antes de que él hiciera una mueca y me soltara. Le devolví el abrazo solamente porque me hizo recordar a Josh, grandote, fuerzudo y arrogante.
-Maldita sea, Bella, podrías prevenir al chico primero. Supongo que tendré que acostumbrarme a que seas indestructible, -terminó antes de enviarme una sonrisa tonta.
Parecía realmente complacido de verme y tenía que admitirlo, había extrañado a este gigante hombre, quien había encontrado un lugar definido en mi corazón en el breve tiempo que había pasado con él.
Rosalie se me acercó con cuidado. Ella seguía siendo hermosa, no es que hubiera cambiado en una década desde que la había visto. Su belleza era tan intimidante. Era realmente abrumador cuan exquisita era ella; mucho más que cualquier otra modelo. Pero, su bello rostro no tenía una sonrisa para mí, como la tenían los demás. No tuve problemas para descifrar sus sentimientos hacia mí, no solo por su mirada, sino también por sus pensamientos. Ella aún tenía una mirada de disgusto cuando me miró, yo por mi parte, no iba a forzar una “feliz” reunión. Me miró directamente antes de decir:
-Hola, Bella -y luego se alejó, ocupando su lugar junto a Emmet.
Emmet me miró como disculpándose, mientras yo le devolvía una sonrisa alentadora. ¿Qué otra cosa podía esperar? Algunas cosas nunca cambian. Carlisle rompió el incómodo silencio.
-Vamos a entrar para que podamos hablar. Estoy seguro de que todos tenemos mucho con qué ponernos al día -dijo mientras indicaba el interior de la casa.
El interior de la casa era hermoso, no es que esperara algo más con el gusto de Esme. La casa lucía increíblemente cómoda como elegante.
-Esme, la casa es simplemente hermosa –terminé mirándola con gusto, tratando de expresar todos mis comentarios con el mayor entusiasmo que pude reunir. Mis nervios estaban comenzando a filtrarse en mí.
-Gracias, Bella –respondió- Tal vez podamos darte una gira por la casa cuando nuestra conversación termine y la morbosa curiosidad de cada uno este saciada.
«Poner manos a la obra, que encantador. Bueno, cuanto antes empecemos, mejor. Simplemente acabemos con esto...» me dije en mis pensamientos.
Carlisle me ofreció su brazo y me condujo a la hermosa sala de estar. Cuando llegamos,  me ofreció un asiento grande, que fue aplastado por mí mientras que los demás flanqueaban los sofás y Alice elegía hundirse en la profunda alfombra, lo más cerca posible de mí. Jasper tomó eso como referencia y se sentó detrás de ella. Ella se acurrucó contra su amplio pecho y él la abrazó suavemente alrededor de los hombros y le besó la parte superior de la cabeza.
Emmet y Rosalie se sentaron cerca el uno del otro en un sofá, mientras que asumían una posición similar. Eventualmente, Rosalie terminó en el regazo de Emmet y él la envolvió con sus enormes brazos mientras que ella acariciaba suavemente sus brazos con sus delicados dedos. La besó en la mejilla un segundo antes de enviarme una sonrisa radiante y guiñarme rápidamente.
Carlisle y Esme tomaron el otro sofá. Carlisle envolvió sus brazos protectoramente alrededor de la cintura de su hermosa esposa, mientras ella recargaba su espalda en su pecho. Él le susurró algo al oído, algo que sonaba como un nombre de mascota. Me cerré ante ello, sintiendo que era algo sumamente privado y no quería decir nada a los oídos de nadie, salvo los de ella.
El agujero en mi pecho empezó a doler de nuevo. Había tanto amor en ésa habitación. Amor que pensé, que había tenido una vez, pero no más. No, había pensado que lo había encontrado pero yo nunca formaría parte de este tipo de amor. Creí que lo había encontrado con Edward. Me equivoqué. Yo no estaba destinada a ser amada, no de esa manera. Yo solo servía para proteger a los que yo más amaba, y eso es lo que hacía. Sentir ese pensamiento fue aplastante, pero fortaleció mi resolución y enfrenté al pelotón de fusilamiento. Pero eso no me impidió envolver mis brazos alrededor de mi pecho, dispuestos a cerrar el agujero y a disminuir el dolor.
Entonces volteé a ver que Edward había tomado asiento en una de las demás sillas, directamente delante de mí, con una hermosa mesa de té entre nosotros, cubierta con elegantes libros de tapa dura sobre el arte de todos los géneros, lo más probable es que Esme las hubiera puesto allí. Me sonrió tentativamente por primera vez desde que había comenzado la noche. Intenté devolverle la sonrisa, pero me pareció difícil crear una emoción satisfactoria en mis ojos. Aparté la vista, centrándola en Carlisle. Puesto que él era la cabeza de este hogar y de esta familia, le dejaría marcar el ritmo de esta noche. Como si hubiera sido una señal, me regresó la mirada y habló.
-Bella, estoy seguro de que todos aquí tenemos un montón de preguntas para ti. Es increíblemente amable de tu parte venir aquí y sacar tiempo de tu horario para pasarlo con nosotros. Sin embargo, no debes sentirte con la necesidad de responder a cualquier cosa con la que no te sientas cómoda o de compartir información que consideres demasiado privada como para que podamos oírla. Simplemente estamos tan contentos de verte de nuevo y esperamos que ésta sea la primera de muchas felices visitas que tengas con nosotros –finalizó antes de que Esme comenzara.
-Bella, por favor considera nuestra puerta abierta en cualquier momento que desees visitarnos. Nos encantaría que vinieras las veces que quieras. No necesitas llamadas telefónicas o una invitación. Esta es una oferta abierta y nos encantaría que la usaras como mejor te parezca. Si podemos ser de cualquier tipo de ayuda para ti, no dudes en hacérnoslo saber. Todos estamos aquí para ti –lanzó una mirada a cada uno de sus hijos a través de la habitación- Por favor, haznos saber cómo podemos hacerlo tan cómodo como sea posible –terminó con una sonrisa radiante en su rostro y sus ojos brillantes.
-Bella, -continuó Carlisle- ¿por qué no comienzas por el principio? Tienes toda nuestra atención.
Miré alrededor de la habitación, miré a los hermosos rostros de las siete personas que había en aquella elegante sala, personas que había conocido por tan poco tiempo, pero, sin embargo, se habían convertido en gente muy importante para mí. Incluso Rosalie, ella era la hermana de Edward que yo, alguna vez, había estado tan desesperada por encontrar una manera de superar la brecha que nos separaba. Me había imaginado que habíamos hecho algunos progresos durante el baile de graduación durante mi primer año, pero la hostilidad se había mantenido. Todos se sentaron en silencio, esperando a que yo dijera algo. 
-Bueno, -comencé mientras todos se removían en sus asientos- solo quiero aclarar que lamento si mis palabras suenan un tanto bruscas para algunos. Es que…es algo difícil de explicar…-me disculpé con una media sonrisa. Todos asintieron devolviéndome la sonrisa.
  «Es ahora, o nunca…» me dije mientras respiraba profundamente.
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